

"Una escena conocida. Una persona esquiva zumbidos y tira manotazos al aire para evitar ser picada por un mosquito. Mientras, otra la mira como si nada. Es que ya lo sabíamos: los mosquitos tienen sus preferencias a la hora de elegir dónde clavar el aguijón. Y aunque durante mucho tiempo se pensó que esta elección tenía que ver con el tipo de sangre, nunca hubo evidencia suficiente para respaldar esta idea".
Lo señalaron en el sitio especializado Meteored, y agregaron: "Ahora, una investigación trae respuestas. El trabajo se publicó el mes pasado en la revista Cell y estuvo a cargo de la neurobióloga Leslie Vosshall, del Instituto Médico Howard Hugues y la Universidad de Rockefeller; y de María Elena De Obaldía, científica de la empresa de biotecnología Kingdom Supercultures".
La denominada “atracción diferencial” que algunas personas ejercen sobre los mosquitos se debe a ciertos olores corporales.
Pero ese olor no tiene nada que ver con lo que hayamos comido o con nuestra higiene personal, sino con nuestro 'perfil olfativo', ese olor único que todos tenemos y que resulta de la combinación de los compuestos químicos que forman el cebo de nuestra piel, que es la capa aceitosa que ayuda a mantenerla hidratada y protegida", detallaron.
La mencionada investigación descubrió que las personas que producen altos niveles de ácido carboxílico resultan ser las preferidas por estos insectos. “Existe una asociación muy fuerte entre tener grandes cantidades de estos ácidos grasos en la piel y ser un imán para los mosquitos”, dijo Vosshall en un comunicado de la universidad de Rockefeller.
Otro hallazgo relevante es que el nivel de “atracción” que se ejerce sobre los mosquitos -sea alto o bajo- se mantiene en el tiempo, más allá de cualquier cambio en los hábitos personales.
“Lo que sí sabemos es que el nivel de ácidos carboxílicos se mantiene bastante constante a lo largo del tiempo. Esto, a su vez, hace que el perfil olfativo de una persona no varíe”, aclaró Vosshall. Y agregó: “Esta capacidad se mantiene durante toda la vida, lo cual es una buena o mala noticia, según la persona en cuestión”.
Para llegar a esas conclusiones el equipo de investigación trabajó con 64 participantes a los que les pidieron que usaran medias de nylon durante seis horas, para impregnarlas con su “perfil olfativo” único, explicó Meteored.
Luego, estas medias fueron distribuidas en recipientes cerrados donde había hembras del mosquito Aedes aegypti.
El experimento se replicó durante varios meses. El objetivo era observar la conducta de los insectos e identificar si había preferencias, lo que efectivamente ocurrió: se dirigían reiteradamente en mayor medida hacia algunas medias y no tanto a otras.
“El Sujeto 33 era cuatro veces más atractivo para los mosquitos que el siguiente participante más atractivo del estudio, y sorprendentemente 100 veces más atractivo que el menos atractivo, el Sujeto 19.” indica el informe.
Es decir que el participante 33 era la mayor atracción para los mosquitos, más de 100 veces más que la de los menos atrayentes, el 19 y el 28.
Luego analizaron los perfiles olfativos de los participantes y allí se encontró la característica que podía explicar esa atracción diferencial. La piel de los sujetos más atrayentes tenía los mayores niveles de ácidos carboxílicos. Y a la inversa, los menos interesantes para esos insectos tenían una cantidad mucho menor.
¿Pero por qué algunas personas producen mayores niveles de estos ácidos? "Esta pregunta aún queda abierta para futuras investigaciones", señaló Meteored.
Y aclaró que habrá que indagar si otras especies de mosquito reaccionan del mismo modo. Esta investigación se centró en el Aedes aegypti por su grado de peligrosidad, ya que es transmisor de enfermedades como el virus del zika, el dengue, el Chikungunyam.
En el sitio especializado en clima, mencionaron que "aunque aún quedan interrogantes" y que el estudio "suma conocimiento que será útil para proyectos que ya están en la agenda de algunos laboratorios, y que tienen que ver con el desarrollo de repelentes de larga duración que contribuyan a combatir las enfermedades que estos insectos transmiten".
Además, el experimento desveló que los mosquitos a los que les gustaban los humanos eran genéticamente diferentes a los que se decantaban por otras especies, lo que sugiere que esa diferenciación surgió en un lugar en concreto y luego se extendió por África.
“Los resultados nos dicen que los mosquitos evolucionaron para especializarse en huéspedes y hábitats humanos en respuesta a la creciente dominación humana del territorio, y es probable que también evolucionen en respuesta a la futura urbanización”, explica Rose.
La National Geographic analizó un artículo de Current Biology que se centró en la historia evolutiva de los mosquitos, pero sus hallazgos podrían tener implicaciones para la salud pública.
Los resultados, combinados con los datos climáticos y de población de las Naciones Unidas, sugieren que la rápida urbanización del África subsahariana traerá consigo una elevada concentración de mosquitos "antropófagos".
"El rápido crecimiento de las grandes ciudades de África presenta un cambio ecológico importante, y la naturaleza está respondiendo a esta nueva amenaza", según Hoah. H. Rose.
"Sin embargo, nuestras acciones también marcan la diferencia. Si la población tiene acceso a agua limpia, dispone de buenas viviendas y se toman medidas para reducir el hábitat de los mosquitos, podemos evitar que estos insectos propaguen tantas enfermedades”, agrega.
En el sitio aseguran que "nuestra huella ecológica tiene un impacto determinante incluso en los inescrutables caminos de la capacidad evolutiva de los mosquitos", y que "de nuestras acciones dependerá mantener a raya la transmisión de los virus propagados por estos insectos nada insignificantes".