

Este domingo Luiz Inácio Lula da Silva asumirá la presidencia de Brasil, en un clima de mucha polarización en el gigante sudamericano que tiene una escena similar a la ocurrida en diciembre del 2015 en la Argentina, ya que el Presidente saliente Jair Bolsonaro no le entregará el mando a su sucesor, algo que tampoco hizo la ex Presidenta Cristina Fernández de Kirchner con su sucesor Mauricio Macri.
Por el contrario, Bolsonaro viajó en las últimas horas a Estados Unidos y, en este momento, la máxima autoridad brasileña es el vicepresidente Hamilton Mourao.
Frente al nuevo mandato de Lula, el tercero desde que se lanzó a la política, el profesor de la Escuela de Gobierno de la Universidad Austral y director del Observatorio de Calidad Institucional de la mencionada Casa de Estudios, Marcelo Bermolén, destacó que el dirigente del Partido de los Trabajadores "asume en un contexto convulsionado".
Vale destacar que en la antesala de la asunción hay detenciones por acciones terroristas, preocupación por posibles atentados a la vida de ambos presidentes (el saliente y el entrante), la prohibición temporal -ordenada por el Tribunal Supremo Federal- de usar armas en el distrito federal (sede de la ceremonia), y la posibilidad de que una de las primeras medidas de gobierno sea declarar el “estado de defensa” para garantizar la paz social, medida que la constitución brasileña avala en circunstancias especiales y por el plazo limitado de 30 días (prorrogable por única vez).
"Lula asume uno de los retos más difíciles de su vida política y la presidencia más compleja por delante en términos de gobernabilidad. Un mandato que empieza con cierta debilidad, aunque él intente dar muestras de fortaleza", destacó Bermolén, especialista en acceso a la información pública y transparencia electoral.
Para el profesor de la Austral la verdadera pregunta es "¿podrá Lula solo?" y destacando que hay "casi medio electorado en contra, cuestionamientos al resultado electoral y un Brasil empobrecido" su respuesta es que no.
En este sentido, para Bermolén Lula ha tomado en cuenta esto y al anunciar su nuevo gabinete incorporó personalidades de diferentes extractos ideológicos, tanto de derecha y de izquierda, y de centro.
"Esa estrategia tiene como eje la idea de Lula de ampliar su base dentro del Congreso. Un Congreso que le es adverso, en el que no tiene mayorías ni en el Senado ni en la Cámara de Diputados. Intenta, de este modo, sumar aliados en el Poder Ejecutivo que le permiten añadir y tejer alianzas en el Legislativo", aseguró el docente.
El equipo de gobierno de Lula, compuesto por 37 ministerios, reúne 11 mujeres ministras, entre las que se destacan: Marina Silva (ex candidata presidencial) a cargo del Ministerio de Medio Ambiente, Simone Tebet (tercera en la reciente elección y referente del MDB) incorporada al Ministerio de Planificación, y Sonia Guajajara en el nuevo “Ministerio de Pueblos Indígenas”.
"Significa una superestructura, y un reparto de espacios de poder a la alianza electoral que lo llevó a este nuevo mandato. Esa conformación es -por sí misma- todo un desafío porque, probablemente, esos entornos de poder se convierten en cajas que serán manejadas por personas muy disímiles y que podrían no responderle al presidente con verticalidad. Será un gabinete muy heterogéneo y esta creación y expansión de ministerios -y de burocracia-, podría ser un talón de Aquiles para Lula", opinó el especialista.
Frente a este panorama, el director del Observatorio de Calidad Institucional se preguntó si el nuevo presidente "¿será el líder de la oposición? ¿Le responderán las fuerzas de derecha reconociéndolo como su líder? ¿O terminarán negociando con Lula que es el actor y el factor de poder?".
"Bolsonaro dejará Brasil, al menos por tres meses en una suerte de “exilio”. Una posibilidad es que apueste a que el romance de Lula con la sociedad brasileña (o medio romance teniendo en cuenta los resultados) se termine en esos primeros 100 días de gobierno y que la “luna de miel” por su tercera presidencia se diluya. Reapareciendo como el único y verdadero oponente. Otra, es que Bolsonaro deja el país por temor a una persecución judicial y una posible detención", reflexionó el profesor, y aseguró que "el verdadero desafío para Lula es tener que lidiar con demasiados frentes abiertos".
"Sea para lograr acuerdos dentro de su alianza, obtener concesiones opositoras para evitar confrontaciones, construir acuerdos dentro del Congreso y con los gobernadores, requerirá de fondos y presupuestos en un Brasil empobrecido y tensionado. En ese contexto deberá hacer frente a los mayores retos sociales y políticos", concluyó Bermolén.