domingo 14 de septiembre de 2025 - Edición Nº 29.188

Información General | 7 abr 2023

Se graduó la primera Licenciada en Astronomía con orientación a la Astronomía Cultural de La Plata

"Fuimos a cortar leña, entablamos conversaciones sobre temas variados al atardecer y, aunque no fue posible asistir, nos ofrecieron acompañarlos a pescar al bañado", relató la joven en su tesis. 


Milagros Vera se convirtió en la primera Licenciada en Astronomía con orientación a la Astronomía Cultural de la Facultad de Ciencias Astronómicas y Geofísicas (FCAG) de la Universidad Nacional de La Plata.

"Es súper interesante y necesario poder ver cómo se explica, se aprende, se enseña la Astronomía y cómo la forma de construir conocimiento que tenemos -que es una forma occidental- no la única, no es la mejor, sino que es una más. Estudiamos una forma más de concebir el cielo, pero hay un montón de formas de acercarse y dar respuestas sobre fenómenos que vemos en nuestra cotidianeidad", señaló Vera al área de prensa de la unidad académica.

"Etnoastronomía entre los tobas del oeste formoseño, una mirada actualizada", es el nombre de la tesis de Milagros Vera, que fue dirigida por Cecilia Paula Gómez y codirigida por Sixto Giménez Benítez.

La Etnoastronomía es, según Alejandro López, una disciplina que intenta pensar las concepciones que los seres humanos de diversas culturas se han ido forjando sobre el cielo, las preguntas que le han hecho y las respuestas que se han dado, en el marco del conjunto de sus formas de conocer y actuar en el mundo.

Vera decidió construir su tesis de grado a partir del trabajo realizado en julio de 2022 junto a la comunidad Toba del oeste formoseño, también llamados tobas-pilagá, tobas de Sombrero Negro o tobas ñachilamole'ek.

Para acercarse al modo de concebir el cielo, los asterismos y fenómenos por parte de la comunidad, la graduada viajó al oeste formoseño,  realizó entrevistas y participó de las actividades de la vida cotidiana: "Fuimos a cortar leña, entablamos conversaciones sobre temas variados al atardecer y, aunque no fue posible asistir, nos ofrecieron acompañarlos a pescar al bañado", relató en su tesis. 

"Nuestros interlocutores fueron principalmente hombres adultos, y salvo el caso de una anciana del pueblo no tuvimos oportunidad de entrevistar a mujeres. Los diálogos con los primeros fueron en castellano, mientras que la última requirió de un traductor. Uno de nuestros entrevistados es MEMA (Maestro Especial Modalidad Aborigen), que nos puso al tanto de la estructura y la dinámica de las clases en la escuela primaria del pueblo. Con respecto a los niños, fueron los primeros en acercarse entusiasmados a observar el cielo nocturno junto a nosotros en nuestra primera noche en la comunidad", agregó.

Vera recuperó diferentes concepciones de la comunidad en torno a cómo se creó el cielo, las mujeres, la Vía Láctea y diferentes asterismos, así también como los ciclos anuales, las estaciones y los tiempos de cosecha y fertilidad.

"De este modo, el cielo que la comunidad vivencia y describe nos lleva a tener en consideración el análisis de las relaciones sociales e históricas que se dibujan a través de él", sostuvo la estudiante en la tesis.

"Las abuelas decían que no hay que mirar tanto al cielo. Hay una estrella grande y brillante. No hay que hablar con la estrella. Una persona pidió que baje la estrella y una noche bajó una linda. El hombre quería bajar la estrella, y una noche bajó. Es como un sueño. Y se lo llevó al cielo. Los ancianos dicen que el cielo es como un desierto, que no hay fuego. Luego bajó otra vez y trajo todos los huesos. Estaba la anciana, la mamá del hombre, y le dieron los huesos. Empezó a llorar porque le llevaron huesos nomás. Por eso no hay que mirar tanto el cielo, te lleva. Se lo prohibían", afirmó Vera.

"Un ma'ñik o suri era perseguido por dos perros, corriendo así hasta llegar al cielo y levantando una gran polvareda que finalmente daría origen al camino celestial (...) un grupo de mujeres jóvenes alguna vez transitaron dicho camino, llamado nagai'k. En su caminata se encontraron con un abismo detrás del cual había un pueblo donde vivía mucha gente que las esperaba con gran cantidad de alimentos. Sin seguir los consejos del pájaro que trabajaba en el puente, las mujeres se apresuran a cruzar y caen al abismo, destruyendo así todo el camino. Luego, un ave jabirú entra en escena y decide reconstruir el puente para mostrar sus habilidades y fuerza. Rápidamente cumple su cometido y coloca una palmera como soporte para quienes tengan intenciones de cruzar en un futuro. A su vez, decide prender fuego algunos arbustos para crear un sendero que conduzca al puente. Esto hace que el camino se llene de humo y cenizas, dándole el color blanquecino que puede observarse hoy en día en el cielo nocturno", agregó la Licenciada en Astronomía con orientación a la Astronomía Cultural.

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