martes 6 de mayo de 2025 - Edición Nº 29.188

Información General | 8 abr

Una argentina viajó a Turquía para estudiar la música de ese país, fue víctima del terremoto y se quedó sin casa ni trabajo

Por ahora vive en una iglesia junto a otras víctimas. "Cuando ocurrió el primero mi casa empezó a tener grietas, el segundo fue peor y tuve que dejar el departamento", detalló la mujer a este medio.


Gabriela Castagnino nació en Concordia, provincia de Entre Ríos, se recibió de profesora de música clásica en la Universidad Nacional de Rosario (UNR) y habla seis idiomas. Hace más de un año decidió viajar a Turquía para poder estudiar la música de ese país.

Vivía en un departamento en Adana, trabajaba dando clases online de piano y música, además de enseñar idiomas. Hasta que en la madrugada del seis de febrero de este año su vida dio un giro inesperado cuando un terremoto sacudió al país euroasiático.

A partir de allí todo fue caos y tuvo que dormir en una escuela, una estación de trenes y en casas de familia. Actualmente está viviendo en una Iglesia cristiana en Adana y esperando volver a la Argentina.

“Cuando ocurrió el primer terremoto mi casa empezó a tener grietas, el segundo fue peor y tuve que dejar el departamento. Esa noche todos los que estaban en los edificios salieron a la calle hasta que el gobierno organizó que pudiéramos estar en un colegio. Había que dormir en un asiento porque una escuela no está preparada para eso, aunque sí nos daban de comer. Esos primeros días fueron difíciles porque se esperaban otras réplicas”, detalló Castagnino a Info Blanco Sobre Negro, y agregó que en esos días también se comunicó con la embajada argentina.

“La idea era ver qué teníamos que hacer porque no había información y tampoco estábamos preparados a nivel sísmico. Mientras estaba en Adana College, la embajada mandó una persona y nos dijeron que había un avión que mandaba el gobierno de Brasil para repatriar a la gente”, recordó la docente, aunque como ella también es voluntaria de una organización decidió quedarse para ayudar.

“Me fui con uno de los directivos de la organización a otra ciudad, volví y no pude regresar a mi casa porque no se sabía si los edificios estaban aptos. De todas formas, cuando fui a sacar mis cosas me dijeron que no debía preocuparme porque si no afecta las columnas se puede vivir, pero era la palabra del dueño y yo quería un experto”, señaló Castagnino.

Después de ese momento hubo otra réplica y el gobierno mandó a la gente a dormir a la estación de trenes. “La primera noche fue medio caótica porque había muchas familias con miedo”, contó la mujer, y añadió que la mayoría de las personas de Adana fueron trasladadas hacia Mersin.

“Me quedé sin trabajo y sin casa hasta que se retornaron las clases el 13 de marzo en Turquía”, comentó la profesora, que destacó el permanente diálogo con la Embajada.

Días después el gobierno puso a disposición una aplicación para saber si las casas afectadas estaban en condiciones. En ese momento, Castagnino tuvo problemas con el dueño por los arreglos que había que hacer y rescindió el contrato. Además, le quisieron cobrar bastante más de lo que pensaba por las obras, algo que se volvió común en el mencionado país luego del terremoto, al igual que la suba en los alquileres.

“Actualmente, me encuentro en una Iglesia cristiana en Adana donde ayudan a las personas afectadas, hablé para la repatriación con la embajada, pero no pueden ofrecer un ticket y como perdí dos meses sin trabajo no tengo para comprar el pasaje. Hablé con Migraciones para que me renueven la visa para poder trabajar y pagar mi pasaje pero no me aceptaron, algo que está pasando con otros extranjeros. Ahora estoy haciendo una colecta con mis amigos para comprar el boleto de avión y ya queda poco”, concluyó Castagnino.

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