

"Ella, cómo os diría, era mi luz y mi razón, cuando en la lumbre ardían solo palabras de amor", escribió el autor y cantante Joan Manuel Serrat. La canción habla del romance entre dos adolescentes con una sencillez que estremece, y ya fue entonada por varias generaciones de hispanoparlantes, aunque su versión original fue escrita en catalán.
Sin dudas, el efecto de la palabra no tiene alcances mensurables, es muy subjetivo y depende en gran parte del contexto en la que es utilizada, pero hay una cualidad que es común a todas las culturas y todos los idiomas: nunca pasa desapercibida para nadie.
La palabra puede ser tan subjetiva como punzante, o tan superficial como banal, pero siempre deja una marca indeleble en quien la recibe. Más aún en el amor. Eso es, ahora así podemos afirmarlo, indiscutible.
"Palabras de amor, sencillas y tiernas, que echamos al vuelo por primera vez. Apenas tuvimos tiempo de aprenderlas, recién despertábamos de la niñez", continúa la canción de Serrat. Pero no sólo en esa canción el cantautor puso música en un bello poema de su autoría. También tomó destacados textos de Mario Benedetti y de autores españoles como Miguel Hernández o Antonio Machado.
"El labio de arriba, el cielo, y la tierra el otro labio", escribió Hernández sobre "La Boca". El amor, el cuerpo de la persona amada, los encuentros, los desencuentros, todo se mezcla y se enciende hasta el placer o el dolor cuando aparece el amor en su dimensión más profunda. Pero jamás "la palabra" pasa desapercibida, ni deja de marcar alguna huella en quien recibe un mensaje.
Por eso Serrat imaginó con bellas palabras aquel romance juvenil y tan frugal: "Nos bastaban esas tres frases hechas que entonaba aquel trasnochado galán. Historias de amor, sueños de poetas, a los 15 años no se saben más".
Cuando el amor se expresa sin tapujos ni barreras que lo encierren, lo íntimo e individual se funde con la otra persona para dar luz a un universo simbólico completo de palabras bellas, y que dejan marcas imborrables. Las palabras son el puente más profundo para expresarlo. Los gestos, las miradas, duran hasta que el silencio queda hecho trizas tan sólo con una expresión.
Por esa razón, luego de sentir por primera vez el amor de pareja, cambia de raíz y para siempre el sentido que tiene la vida cuando es despojada de ese vínculo.
Lo dijo con bellas palabras el mismo autor en la misma canción, en un pasaje donde la melancolía aparece con toda su fuerza: "Ella me quiso tanto, yo aún sigo enamorado. Juntos, atravesamos nostalgias del pasado".
Y menciona la etapa más feliz de la vida, que para gran parte de la gente es la adolescencia: "Palabras de amor sencillas y tiernas, que echamos al vuelo por primera vez, apenas tuvimos tiempo de aprenderlas, recién despertábamos de la niñez. Nos bastaban esas tres frases hechas que entonaba un trasnochado galán. Historias de amor, sueños de poetas, a los 15 años no sé saben más".
Como sea, más allá de las subjetividades, los factores culturales y la etapa de la vida que transite cada persona, en el amor y en las palabras que lo expresan no hay caminos divergentes, siempre es posible sentir el amor cuando nos es entregado sin mezquindades. Pero las palabras, ellas sí que no deben faltar. No hay lugar en el alma más intenso e impaciente que aquel donde habitan a la espera de, parafraseando al inmenso poeta argentino Juan Gelman, tocar las telitas del alma.