

Desde el 13 de agosto, día en que el votante argentino volvió a sorprender a políticos, periodistas, encuestadores e irónicamente, al mismo votante argentino, son muchas las voces que se preguntan con un signo de interrogación no demasiado marcado si una posible presidencia del candidato libertario llevaría a nuestra sociedad al colapso total y a una siempre latente guerra civil.
Un pueblo que pone a Milei de presidente es como un técnico de futbol que saca tres defensores y pone tres delanteros. Es lo que comúnmente llamamos quemar las naves, a todo o nada, a matar o morir. Está bien o está mal arriesgar de esa manera cuando estás perdiendo el partido (y claramente estamos perdiendo el partido)? Ni una ni la otra. Es una apuesta. Si te meten tres goles más definitivamente estuvo mal. Pero si empatas el partido o lo das vuelta estuvo bien, y el técnico pasa a ser un genio, un estratega fenomenal. La aterradora verdad es que la pelota ya no la tiene el técnico, sino los jugadores que él mismo puso en la cancha. O más precisamente “EL” jugador, ese distinto a todos. Es lo que él haga una vez que empiece a jugar lo que definirá si la decisión del técnico estuvo bien o estuvo mal. Y que puede hacer este jugador? Tiene dos opciones: o juega en equipo o se corta solo.
Supongamos que el peluca decide hacer la personal y plantarse solo contra todos los que se opongan a sus medidas de gobierno. El primer escollo a sortear va a ser la aprobación de sus deseadas reformas en el congreso. Como ya analizamos en un artículo anterior, Milei solo puede aspirar a obtener un 20% de los 257 diputados en el congreso en el mejor de los casos, un número insignificante a la hora de pasar proyectos de ley si uno no cuenta con aliados políticos, y en este escenario el león no cuenta con ellos. La luna de miel con el pueblo suele durar no más de 6 meses. Recordemos que el Súper Alberto de mediados de 2020 se convirtió en criptonita para finales del mismo año. Sumado a esto las enormes dificultades financieras y sociales que que ya estamos viviendo, y el amplio consenso sobre la inminente implosión de las variables que más afectan el humor social (dólar, tarifas, sueldos, alquileres), se hace casi evidente hasta para el más libertario que “la casta” jugando en equipo puede arrinconar al León y ponerlo contra las cuerdas, obligándolo a ceder en sus pretensiones o incluso a renunciar, y la verdad no encuentro razones para pensar que “la casta” no disfrutaría mucho matando políticamente hablando al intruso que se atrevió a desafiarlos y los dejó en evidencia en tantos aspectos. Y en el caso de que Milei se viese obligado a ceder en sus pretensiones de cambios, la realidad argentina seguirá siendo inexorablemente igual de triste y angustiante que hoy en el mejor de los casos, haciendo que el nuevo y frágil armado político de La Libertad Avanza cruja y se tambalee como barco agujereado.
Supongamos ahora que Javier Milei decide hacer un gobierno de coalición con partidos afines. En teoría podría contar solo con partidos dentro de Juntos por el Cambio, y de ellos solamente Avanza Libertad, Republicanos Unidos, tal vez el Partido Democrata Progresista, el Republicano Federal y una parte del Pro. Realmente va a tener dificultades para captar apoyos antes que sea tarde. El caldo de cultivo relatado en párrafo anterior ya está aquí y servido en bandeja para que los sectores más contrarios a las ideas de Milei “tomen la calle” y hagan imposible la continuidad de un gobierno libertario. Pero con el apoyo de otros actores políticos se incrementan considerablemente las chances de pasar reformas que realmente mejoren las condiciones de vida de los argentinos y se prolonga la cantidad de tiempo del que dispone el libertario para implementarlas antes que la sociedad se canse de esperar.
Sin embargo, cuando analizamos las posibles consecuencias de tomar una decisión debemos siempre contrastarlas con las consecuencias de tomar otra. En definitiva, alguien va a tener que gobernar. Y siguiendo con la analogía deportiva, el técnico puede no poner 3 delanteros sino uno solo, o directamente no hacer ningún cambio. Veamos.
Y si gana Patricia? En ese caso el apoyo a las reformas que proponga la candidata de JxC estaría relativamente asegurado, ya que los sectores menos afines a las reformas radicales podrían llegar a prestar su apoyo por el solo hecho de formar parte de la coalición gobernante, y sumando los votos de los nuevos legisladores de LLA, pasar los proyectos por el congreso seria un trámite muchísimo más sencillo al menos en los papeles. Pero nada garantiza que al primer inconveniente no se produzca una fractura entre halcones y palomas si las reformas se asemejan a las propuestas por los libertarios. De hecho veo muy posible una alianza entre halcones y libertarios para 2024 en caso de ganar las elecciones presidenciales Bullrich o Milei. El discurso de Patricia sumado a las declaraciones de Mauricio Macri hacen pensar en una afinidad mayor entre el León y los halcones de la que tenían estos con el mismísimo Larreta. Lo cual no deja de ser un arma de doble filo para una coalición tan heterogénea ideológicamente que por momentos sus ideas se contradicen. Será una tarea titánica para la ex ministra en caso de acceder al sillón de Rivadavia, mantener un equilibrio entre fuerzas tan opuestas en su pensamiento que permita que las mismas convivan sin que ninguna pegue un portazo.
Por otra parte, Unión por la Patria está viviendo la misma lucha interna, donde los halcones en este caso serian los que perdieron la interna contra las palomas, lo que nos lleva a preguntarnos: Y si gana Massa? Gane o pierda la elección presidencial, la fractura y reconfiguración del espacio se avizora como inminente. La luna de miel con la sociedad tendría una duración de solo un par de meses ya que no se puede presentar como alguien nuevo a quien viene manejando los hilos del país hace ya más de un año. A su vez, los incentivos de los demás espacios por asistirlo en su gobierno, incluyendo al mismo kirchnerismo y la Cámpora, son ínfimos. Si gira a la izquierda se asegura a estos últimos pero pierde a JxC y LLA. Si gira a la derecha pierde a sus actuales aliados y le será extremadamente difícil conseguir apoyo de sectores de la misma derecha que confíen en una persona que viene agitando las banderas del aumento de impuestos a empresas y combate contra los ricos, y que ha mutado tantas veces en cuanto a su pensamiento que ya se volvió un meme. Sumado a que las fuentes de financiamiento parecen haberse agotado por medio de decenas de promesas incumplidas, las dificultades de un hipotético gobierno del actual ministro de economía no parece ser mucho menos riesgoso que uno del libertario, al menos no demasiado.
En definitiva, la reconfiguración de los frentes electorales en base a su ideología parece inevitable para todo el arco político. Gane quien gane la palabra clave va a ser “gobernabilidad”. En un escenario de tercios tan perfecto como el que reflejó las PASO, sumar a otro tercio es una cuestión de supervivencia para el que sea que acceda a la casa rosada. Y en ese escenario quien se ve beneficiada es Patricia Bullrich por lo misma razón que la perjudica de cara a las generales: haber quedado en el centro del espectro ideológico, lo que le permite pescar de las dos “peceras” pero también que ambos rivales pesquen en la suya. Pero acaso Milei no está pescando voto peronista? Por supuesto, el libertario ya captó casi todo el voto clase media en las PASO y ahora está atrapando el voto de las clases bajas y sectores más marginados, típico voto peronista, cansados de esperar una movilidad social y derechos adquiridos que nunca llegan a verse. Pero esa “pesca” es solo electoral, no sirve para generar gobernabilidad porque no es un voto analizado en profundidad, es 100% emocional, y en cuanto pasen más de 6 meses y los sueldos de u$s100.000 dólares mensuales no lleguen, esa pesca rápidamente vuelve al mar.
En conclusión, cruzar al otro lado no es una posibilidad sino una necesidad, porque quedamos del lado incorrecto de la historia, el de la inflación, la pobreza, la inseguridad y la involución en todos los parámetros que se puedan imaginar para medir el desarrollo de una nación. Es obligatorio cruzar para salir de esto y abajo esta el vacio, el precipicio. Pero la diferencia es la capacidad de construir puentes que tiene cada uno de los candidatos para poder pasar para el otro lado. En pocos días el pueblo decidirá si tiene tiempo de esperar a ingenieros, arquitectos y obreros que construyan puentes o si confiamos en nuestras capacidades atléticas.