viernes 9 de mayo de 2025 - Edición Nº 29.188

Información General | 2 dic

Llega el verano, reaparecen los mosquitos y vuelve la clásica pregunta: ¿hay personas más propensas a ser picadas que otras?

Hace casi un siglo, el dióxido de carbono fue identificado como un atrayente de mosquitos. Sin embargo, no hay evidencia disponible que sugiera que el CO₂ medie en la atracción diferencial.


Llega el verano y con él aparecen los mosquitos, cuya población crece con las lluvias. En La Plata hubo varias precipitaciones en el último tiempo y por eso desde la Secretaría de Salud comunal comenzaron con una serie de acciones para combatirlos

Entre las diversas inquietudes que surgen, que tienen que ver con cómo combatirlos y cuánto sirve la fumigación, hay una que por ahora no tiene una respuesta certera, pero los científicos trabajan en encontrarla. ¿Hay personas más propensas a ser picadas que otras? El catedrático de Microbiología de la Universidad de Salamanca Raúl Rivas González publicó un artículo en The Conversation al respecto.

Allí, el especialista señaló que "los mosquitos, tanto machos como hembras, podrían vivir sin picar a otros animales, pero las hembras necesitan la sangre para completar el ciclo reproductivo".

"Hace casi un siglo, el dióxido de carbono (CO₂) fue identificado como un atrayente de mosquitos. Es más, este gas ha sido utilizado para atrapar a los mosquitos hembra que buscan la sangre necesaria para adquirir nutrientes para la generación de huevos, la ovogénesis. Sin embargo, no hay evidencia disponible que sugiera que el CO₂ medie en la atracción diferencial. O lo que es lo mismo, los niveles de emisión de dióxido de carbono no explican que los mosquitos prefieran sistemáticamente a una persona en vez de a otra", agregó Rivas González.

No obstante, el especialista reveló que existen otras señales físicas y químicas que condicionan la atracción del mosquito hacia personas determinadas. Particularmente calor, vapor de agua, humedad, señales visuales y los olores emanados por la piel.

Aunque, según el docente, aún no se comprende bien qué aromas atraen más a los mosquitos, varios estudios señalan a moléculas como el indol, el nonanol, el octenol y el ácido láctico como principales sospechosos.

En ese sentido, un equipo de investigadores dirigido por Matthew DeGennaro, de la Universidad Internacional de Florida (EE.UU), identificó un receptor de olor único, conocido como receptor ionotrópico 8a (IR8a), que permite al mosquito Aedes aegypti detectar el ácido láctico. Esta especie es el transmisor del dengue, el chikungunya y el zika.

Cuando los científicos mutaron el receptor IR8a, que se encuentra en las antenas de los insectos, descubrieron que los mosquitos eran incapaces de detectar el ácido láctico y otros olores ácidos emitidos por los humanos.

Por otro lado, una investigación apuntó a que los virus del dengue y del zika alteran el olor de los ratones y de los humanos a los que infectan para volverlos más atractivos a los mosquitos.

"Es una estrategia interesante, porque favorece que piquen al huésped, tomen su sangre infectada y luego transporten el virus a otro individuo. Lo consiguen modificando la emisión de una cetona aromática, la acetofenona, especialmente atractiva para los mosquitos", detalló el profesor.

"Normalmente, la piel de humanos y roedores produce un péptido antimicrobiano que limita las poblaciones bacterianas. Sin embargo, se ha comprobado que en ratones infectados con dengue o zika la concentración de este péptido desciende y proliferan algunas bacterias del género Bacillus, que disparan la producción de acetofenona. En humanos pasa algo similar: los olores recogidos de las axilas de los pacientes con dengue contenían más acetofenona que los de las personas sanas", indicó Rivas González, y agregó que algunos de los ratones infectados con dengue fueron tratados con isotretinoína, lo que condujo a una emisión menor de acetofenona y, por tanto, a la reducción del atractivo para los mosquitos.

Pero, según el profesor, no es el único caso en que un microorganismo manipula la fisiología de los mosquitos y de los huéspedes humanos para favorecer su transmisión. Por ejemplo, las personas infectadas por el parásito que causa la malaria, Plasmodium falciparum, resultan más atractivas que los individuos sanos para los mosquitos Anopheles gambiae, vector de la enfermedad.

"La razón sigue siendo desconocida, pero puede estar relacionada con que Plasmodium falciparum produce un precursor isoprenoide, llamado (E)-4-hidroxi-3-metil-but2-enil pirofosfato (HMBPP), que afecta a los comportamientos de búsqueda y alimentación de sangre del mosquito, así como a la susceptibilidad a la infección", detalló el docente, y agregó que HMBPP activa los glóbulos rojos humanos para aumentar la liberación de CO₂, aldehídos y monoterpenos, que juntos atraen con más fuerza al mosquito.

"Es más, añadiendo HMBPP a muestras de sangre, aumenta significativamente la atracción que despierta en otras especies de mosquitos, como Anopheles coluzzii, Anopheles arabiensis, Aedes aegypti y especies del complejo Culex pipiens/Culex torrentium", concluyó Rivas González.

 




 

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