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Información General | 21 ene 2014

Homicidios a menores de edad

Omar Cigarán y Braian Mogica: continúa la lucha contra los reiterados casos de gatillo fácil

Ayer por la tarde se realizó una conferencia en la Asociación Miguel Bru, a causa de dos casos de gatillo fácil que corren peligro de ser "cajoneados"


Ayer por la tarde, a eso de las 18, la pequeña oficina de la Asociación Miguel Bru se llenó de gente, libretas, cámaras y algunas lágrimas. Sandra Gómez y Agustina Agüero, dos madres huérfanas de hijo, dos luchadoras que sacaron fuerzas de donde no hay, se sentaron una junto a otra para contar, paso por paso, cómo las balas de dos policías habían acabado con la vida de Omar Cigarán y Braian Mogica.

Las acompañaba Rosa Schönfeld, mamá de Miguel Bru, que hace 20 años lucha por la verdad y la justicia de un caso que –por suerte- se tornó de interés público. Rosa todavía busca el cuerpo de Miguel. A su lado se encontraba el abogado Dante Miño, integrante de la Campaña Nacional contra la Violencia Institucional, junto a sus compañeros Alberto Ramírez y Juan Scatolini. También se hallaba presente Julián Axat, Defensor Penal Juvenil, que sigue sumando más investigaciones de casos con el mismo modus operandi: homicidios cometidos por policías “en defensa propia” contra menores de edad. Pero sobre todo, los casos de Braian y de Omar son parecidos al extremo.

Omar

Omar, con 17 años, fue asesinado en febrero del año pasado a manos de Diego Walter Flores, sargento de la policía bonaerense que, portando su arma y uniformado, le pegó un tiro en el pecho para defenderse de un arma que todavía nadie demostró que estuviese en la escena del crimen. Él caminó unos pasos, agonizando, y luego cayó muerto sobre el suelo. Pocos días después, Omar debía cumplir 18.

En vida, había realizado 16 denuncias contra la policía por acoso: los uniformados lo perseguían en su barrio, por las esquinas, y hasta entraban a su casa buscando armas que nunca encontraban. Omar tenía problemas de adicción y su mamá Sandra, desde el 2006, se movía para pedir una ayuda que nunca llegó. “Prefería tenerlo en un instituto, en un penal; eso lo pedí yo como mamá. Y ahora lo tendría vivo”.

El cuerpo de Omar apareció varios días después de su asesinato, abierto por la autopsia y sucio. “Su papá lo tuvo que limpiar para ponerlo en el cajón, digno, como corresponde”, decía Sandra. El chico que acompañaba a Omar no se acerca a declarar, y Sandra supone que lo tienen amenazado (como a ella y a su familia), pero no encuentra otra opción más que insistirle. El caso está rotulado como homicidio, pero no tiene ningún imputado, y Flores figura como testigo informativo. Ana Medina, la fiscal, nunca llamó a Sandra, y recién hace pocos días ella pudo obtener una copia del expediente. Avisados por la Fiscalía, desde la Defensoría le informaron que la causa podría ser cerrada.

Sandra, a diferencia de Agustina, nunca hizo ninguna marcha. Por la tristeza, no pudo más que quedarse en su casa. Pero hace ya un año que nadie le da respuesta. En medio de las lágrimas, Sandra se pregunta por qué. “¿Por qué no le dio en una pierna? Me lo mató…”. Después de esas palabras, la sala entera se acalla. Pocas personas pueden comprenderla realmente, y no somos los periodistas.

Braian

El caso de Braian Mogica tiene una leve diferencia: está rotulado como “tentativa de robo”, haciendo ojos ciegos a la muerte de un chico de 16 años. A manos de otro policía bonaerense de civil, Gabriel Benjamín Yuguet, Braian cayó con un tiro en la espalda que a diferencia de Omar, lo mató en el acto. El chico que lo acompañaba, Raúl Villalba, no quiere declarar en el caso, igual que aquél que estaba junto a Omar el día de su muerte.

Braian falleció el 19 de noviembre, y ya se hicieron 2 marchas pidiendo por justicia; pero el fiscal Tomás Morán aún no pidió al juez que abra una causa por homicidio, como había prometido en diciembre. Feria de por medio, cualquier medida parece imposible.

Agustina, su mamá, siente que cuando sale por el barrio, la gente se aleja. Recuerda a Braian como un apasionado del fútbol, y niega la presencia de armas aquél día, igual que Sandra: Braian trabajaba con su hermano como aprendiz de ayudante de obra. Yuguet sigue trabajando. Yuguet sigue sin ser investigado. Es “testigo informativo”, igual que Flores. Igual que tantos otros.

Dante Miño, abogado de Agustina, habla sobre el gatillo fácil. “No se trata de un policía que se le salió la cadena, él es el último orejón del tarro”. Después, lo avalan los otros: “hay señores que son asesinos de escritorio: podríamos hablar de lapicera fácil, o sellito fácil. La criminalización es doble, primero por la violencia de los policías, después por los fiscales y los jueces”.

Axat intervino: “En este caso no hay arma, no sabemos de qué se defendió Yuguet. Es investigado por sus propios colegas, que le dan cobertura. Investiga la policía bonaerense a la propia policía, cuando hay una resolución de Graciela Falbo que dice que eso no se puede hacer”.

Al terminar la conferencia, Sandra y Agustina se pasaron el teléfono. Y Rosa le recomendó a Sandra salir de su casa, salir a luchar: a luchar juntas, y con todas las demás madres que están en la misma situación. Porque la única lucha que se pierde, es la que se abandona.

Mariana Sidoti
@MarianaSidoti

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