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Información General | 2 mar 2019

Terrible caso de injusticia en Berisso

Plantaba cannabis medicinal para sus tres hijos, le pueden dar 15 años de cárcel y planea matarse en familia

Cristian y Consuelo tienen cuatro hijos, de los cuales tres padecen distintos trastornos neurológicos. Como los fármacos tradicionales no mejoraban los padecimientos de los chicos, decidieron comenzar a plantar y elaborar aceite de cannabis. Sus hijos mejoraron sustancialmente. En octubre de 2017 los allanó la policía a partir de una “denuncia anónima”. Cristian pasó dos meses en la cárcel de Olmos y hace más de un año que está con prisión domiciliaria sin poder moverse siquiera para recibir un tratamiento médico urgente. A fin de año saldrá la sentencia definitiva. “A mis hijos solos no los vamos a dejar. Nosotros ya tenemos planeado”, aseguró la mujer a Info BLANCO SOBRE NEGRO.


“Estamos desesperados. Lamentablemente decidimos que si le dan sentencia, él se mata, mato a mis hijos y me mato yo”. La angustia traspasa el teléfono y se hace silencio. La historia de Cristian Ferrara, un fletero de Berisso, su mujer Consuelo Navarro y sus cuatro hijos es durísima. Sin demasiados miramientos, un juez puede condenar a una familia inocente al peor de los infiernos. Y sólo por plantar cannabis medicinal.

Cristian estuvo preso dos meses en Olmos y hace más de un año que está detenido bajo el régimen de prisión domiciliaria en su casa ubicada cerca del Puente Roma. Con su esposa tienen cuatro hijos, de los cuales tres padecen distintas trastornos neurológicos. Daniel de 17 años sufre esquizofrenia, Lucas de 13 años tiene autismo y a Ángel de 4 años le diagnosticaron retraso madurativo sensorial y cognitivo.

En diálogo con Info BLANCO SOBRE NEGRO, Consuelo Navarro, contó: “Llegamos al cannabis medicinal por Lucas. Cada vez le aumentaban más la medicación pero no mejoraba, su autismo era cada vez más severo. En un momento lo veíamos, como se dice crudamente, babeando y no queríamos eso para nuestro hijo”.

“En 2016 empecé a recibir charlas y me extrañaba que se hacían como a escondidas. Empecé a hacer talleres de sembrado, extracción y elaboración de aceite. Probamos y los resultados fueron maravillosos. Siempre les conté a los médicos y ellos no se oponen pero tampoco lo avalan porque no pueden poner el sello”, explicó.

“Lucas tenía muchos brotes de furia, rompía vidrios, televisores y se pegaba. Además sólo se comunicaba con señas, en 10 años nunca habló. A los 4 días de tomas aceite de cannabis bajó un montón. A los 15 días yo estaba en la cocina, vino de atrás, me tocó la espalda y me dijo ‘bú, te asustaste, te quiero’”, recordó con emoción.

Y detalló: “No lo podía creer ni entender, nosotros no conocíamos ni que sabía hablar. Paulatinamente fue mejorando y ahora tiene un autismo súper leve, charla, se comunica constantemente, no está más enojado y tiene mucha tolerancia. Se conectó”.

Luego de ver los sorprendentes progresos de su hijo, este matrimonio de Berisso decidió suministrar aceite a Ángel, el más chico. El neurólogo les había adelantado que su retraso evolucionaría también hacia un autismo.

“Empecé a darle el aceite y lo bajó un montón, porque él es híper activo. Después decidí probar con Daniel y también se estabilizó. Decían que lo podía psicoactivar pero nada que ver, ahora mi hijo está bárbaro. Para él todo los días eran malos, escuchaba voces en su cabeza a pesar de estar súper medicado. Ahora está bien, va a talleres y se lo ve contento”, explicó Consuelo.

Un allanamiento y el infierno

Pero todo cambió en octubre de 2017, cuando a partir de una “denuncia anónima” la familia sufrió un allanamiento policial. Por las distintas patologías de los chicos, tenían variedad de plantas en el patio. En ese momento había dos plantas grandes y 17 brotes recién germinados. La justicia contabilizó 19 ejemplares, porque para la ley una semilla es lo mismo que un gran arbusto.

“A mi marido le iniciaron una causa por venta de distintas clases de sustancia por el cannabis y el aceite. Para la Justicia teníamos una cocina en casa. La jueza Marcela Garmendia permitió la prisión domiciliaria porque no aceptaba la aberración de que estuviera en la cárcel, pero no cambió la carátula”, explicó la mujer.

Ese allanamiento les arruinó la vida. Cristian no pudo trabajar más con su camioneta y tampoco los dejaron montar un negocio de artículos de limpieza en su casa para poder sobrevivir. “Ahora subsistimos gracias a un almacén que nos regala las cosas vencidas. El municipio no nos ayuda porque para ellos somos delincuentes”, contó la vecina y agregó: “Yo trabajar no puedo porque tengo que estar con mis hijos y acompañarlos en sus terapias”.

Desde hace 25 días, Cristian tiene la cara como una pelota porque se le infectaron dos muelas. Hace semanas que piden sin suerte que lo trasladen a un centro de salud pero el Servicio Penitenciario Bonaerense contesta que no tiene móviles.

“El juzgado nos aconseja que mi marido se automedique y La secretaria del juez nos dice que lo lleve al hospital y después se verá. Quieren que pise el palito para que vuelva a la cárcel”, aseguró Consuelo.

Ahora la causa está cargo del Tribunal Oral en lo Criminal Federal N° 1 de La Plata integrado por los jueces Germán Andrés Castelli, Pablo Daniel Vega y Alejandro Daniel Esmoris. En sus plumas está el futuro de esta familia.

“El 11 de noviembre tiene que salir la sentencia definitiva. Lo pueden llegar a condenar a 15 años de prisión. Estamos desesperados, lamentablemente decidimos que si le dan sentencia, él se mata, mato a mis hijos y me mato yo”, advirtió la mujer.

“Nos han matado en vida, no hicimos nada a nadie, es una injusticia terrible. Cerca de mi casa había un hombre que vende de todo. El día que cayeron a mi casa, a él le avisaron que se vaya de Berisso porque iban a allanar. Es una cosa de no creer”, agregó.

Sin aceite y sin plantas para elaborarlo, Consuelo consiguió un gotero casi vacío y tuvo que elegir a cuál de sus hijos seguir tratando. Optó por Lucas, el nene con autismo, porque no lo quería “volver a perder”. Después llegó la ayuda de la ONG “Cultivo en Familia” y sus socios solidarios que garantizaron el derecho a la salud que el Estado les arrebató.

“A toda la gente que planta le recomiendo que se acerque a una ONG. Si en ese momento hubiera estado en alguna esto ya se hubiera acabado porque es fundamental movilizarse los primeros días y evitar el procesamiento. Para los jueces somos papeles, ni siquiera se molestan en leer toda la carpeta”, aconsejó Consuelo.

Con crudeza, reiteró: “A mis hijos solos no los vamos a dejar, ya lo tenemos planeado. Los jueces tienen que analizar las causas antes de sacar una sentencia. No robamos ni matamos a nadie. Cuando voy al juzgado nos tratan como delincuentes. Los jueces son inaccesibles, con ellos no podemos ni hablar”.

“Nos ofrecen un juicio abreviado. Tiene que decir que era narco y le darían 4 años y tiene que volver a la cárcel unos meses pero no lo podemos tolerar más. Hay muchos casos como el nuestro pero tienen miedo, yo ya no tengo miedo”, concluyó la mujer.

Visibilizar y movilizar

El caso de esta familia de Berisso llegó hace meses a la ONG “Cultivo en Familia” que enseguida se solidarizó. Su titular, Rodrigo Platz, explicó a Info BLANCO SOBRE NEGRO: “La idea es empezar a visibilizar el caso para generar presión social. Con el Frente de Organizaciones Cannábicas Argentinas (FOCA) estamos planeando movilizarnos en fechas de audiencia para reclamar que se haga justicia”.

“Para las ONG’s que conocemos el caso también es muy frustrante y muy duro pero no los vamos a dejar solos. Hay muchos casos similares pero en general los afectados no llegan a hacerlos públicos por recomendación de los abogados”, expresó.

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