jueves 25 de abril de 2024 - Edición Nº -1968

Gremiales | 1 nov 2020

Opinión

Paritaria de la Docencia Universitaria: claves de un acuerdo salarial en un marco difícil

Por Octavio Tato Miloni, Secretario General de ADULP y Paritario Nacional de CONADU.




El 28 de octubre la CONADU firmó un acuerdo de recomposición salarial para la docencia universitaria de todo el país. Este acuerdo, como todos los acuerdos, debe ser analizado antes y después.

El análisis anterior a la firma es la valoración de la propuesta, sus alcances temporales, el contexto en el cual se desarrolla. Además, por las funciones que nos otorgaron los compañeros y compañeras, todo tiempo previo al cierre es el de los esfuerzos por “empujar” hacia las situaciones más favorables para nuestro sector. Y no solamente en materia salarial (que lógicamente es el aspecto más relevante), sino también en lo que respecta a las condiciones de trabajo.

Las condiciones y medio ambiente de trabajo cobran, en el marco del aislamiento social, una relevancia trascendental. Hemos transformado nuestros hogares, lugares de intimidad familiar, en ámbitos laborales, ámbitos educativos. Todo, o casi todo, transcurre en nuestras casas.

Imágenes como la de un gatito apareciendo en una cámara durante una clase por zoom parecen divertidas, pero los y las docentes sabemos que son situaciones -entre tantas- de mucho estrés laboral.

La pregunta que podemos hacernos es: ¿Cuáles son los aspectos para ponderar lo bueno o malo de un acuerdo salarial?

Sin dudas, un aspecto es el absoluto: cuánto representa efectivamente en dinero. Este aspecto siempre se manifiesta en el porcentaje de aumento que se aplica al salario básico.

Otro aspecto ineludible es el relativo: el que sitúa al aumento salarial en comparación a las demás paritarias que sean equiparables por la relación con el Estado.

Finalmente, y tal vez el más importante de todos los aspectos: el contextual. Es el que ubica la negociación en el marco de la situación general por la que atraviesa el país.


El acuerdo en términos absolutos

El acuerdo celebrado en la paritaria consiste, para el periodo marzo-octubre, en un 24,12%. Además, la garantía salarial pasó de $20.500 en enero a $26.750 en octubre, lo que arroja un aumento de 30,5%.

Muchos acuerdos salariales son medidos por cómo evoluciona el salario del “cargo inicial”. En este caso, el cargo inicial aumentó un 30,5%.
Si analizamos la inflación en el periodo enero-septiembre, vemos que en esa etapa la acumulación es de un 22,10%.

Para comparar la evolución salarial con la inflación para el año 2020 se debe tener en cuenta que en el mes de enero del 2020 (parte del acuerdo paritario de 2019) todos los cargos docentes tuvieron un aumento en los básicos: 1,62% para el ayudante; 2,5% para el cargo de Jefe de Trabajos Prácticos; 3,36% para el cargo de Prof. Adjunto/a; 4,2% para el cargo de Prof. Asociado/a y 4,63% para el cargo de Titular.

Entonces, para el periodo enero-octubre, los salarios básicos aumentaron como indica la siguiente tabla:




Estos números son los obtenidos con la comparación de los salarios básicos. No hay forcejeo para embellecer como así tampoco para hacerlos parecer feos. Son apenas los números. Lindos o feos.


El acuerdo en términos relativos

Como se dijo, la valoración de un acuerdo salarial debe enmarcarse en otros acuerdos para poder tener una medida.

Dos paritarias referenciales, la de la Federación Argentina del Trabajador de las Universidades Nacionales (FATUN, nodocentes) y la de la Administración pública nacional (firmada por UPCN).

En la primera, los compañeros y compañeras nodocentes tuvieron un aumento en octubre del 7% que, sumando lo obtenido en marzo y lo que va del año, nos encuentra en una situación de equivalencia en lo que respecta a la pauta salarial.

Los trabajadores y trabajadoras UPCN además del 7% tuvieron una suma no remunerativa y no bonificable de 4000 pesos desde abril.

Otras paritarias siempre referenciales son las correspondientes a los y las docentes de la provincia de Buenos Aires. Este caso, celebramos el acuerdo alcanzado por los y las compañeras docentes.

Con esto, en términos relativos, el acuerdo salarial para la docencia universitaria se inscribe en una pauta similar en el caso nodocente y más beneficiosa si se compara con la de los y las trabajadoras estatales nacionales.


El contexto

A la calamitosa situación económica, financiera, fiscal, productiva y social con la que se encontró el nuevo gobierno, a partir de marzo se suma una crisis mundial que dejará, sin lugar a dudas, una huella en la historia de la humanidad: el avance del Covid-19. Además del impacto en la salud pública mundial (y sin comparar con otras dolencias que causan estragos en países del Tercer Mundo: Dengue, Tuberculosis, y otras enfermedades que afectan especialmente a los más vulnerables), el Covid-19 tiene, además, un impacto económico. La crisis es de alcance global, con trágicas consecuencias sobre los países de la periferia como el nuestro.

Tal vez no sea posible dimensionar mientras se suceden los acontecimientos los alcances de esta situación, pero se puede afirmar que no serán buenos. Incluso, que serán malos. Y cuyas consecuencias, como siempre, caerán sobre los sectores más desprotegidos, aquellos que siempre pagan en las malas y casi nunca cobran en las buenas.

En este contexto, todos los sectores estamos mal. No hay sector del trabajo que haya mejorado. Todo lo contrario, todos los sectores han perdido trabajo, derechos, salario, etc.

La docencia universitaria no es ajena a la situación general donde, además, el hecho de trasformar nuestros hogares en ámbito laboral hace que todos los gastos para llevar adelante nuestro trabajo estén siendo puestos por los y las docentes. Desgaste y estrés constituyen la parte más crítica del trabajo en los hogares. Estos aspectos deben llevar la atención de los empleadores locales como así también nacionales.

En este contexto, con un baño de realidad por lo que atraviesan los sectores más desprotegidos un acuerdo salarial que se mantenga encima (o igual) que la inflación es muy importante.

Claro, empatar con la inflación cuando se ha perdido en el orden del 18% de poder adquisitivo en el periodo 2016-2019 no resuelve el problema. Para no consolidar esa pérdida es necesario una recuperación de poder adquisitivo. Y es urgente.


Epílogo. La lucha por la universidad que queremos en el país que anhelamos.

Como hemos planteado en cada ámbito de discusión, no se trata de sobreactuar bondades. Se trata de situarnos. De ver el contexto, de analizar las condiciones de vida de nuestro pueblo. O por lo menos quienes militamos este proceso político lo vemos así.

No vamos a resolver nada pensando sólo en nosotros. No es posible que nos vaya absolutamente bien, cuando a todo el pueblo le va mal.

Y al revés, la única posibilidad de recuperar poder adquisitivo es con una economía en recuperación.

Hay quienes se presentan como adherentes del proceso político y presentan formulitas mágicas sin ser parte de ningún análisis de correlación de fuerzas, de cómo juegan los sectores concentrados.

Hay quienes sobreactúan el rol de faro ideológico, que con ingenuidad o cinismo rechazan todo “por el bien del Gobierno”. Eso es absurdo, por lo menos desde mi perspectiva.

El acompañamiento no es seguidismo, pero tampoco criticismo absoluto. Es una tensión.

Quienes tenemos la responsabilidad de discutir salario y condiciones laborales sabemos de eso. Empujamos, discutimos, pedimos cuartos intermedios, volvemos a la carga para conseguir más para nuestro sector.

Pero llega un momento final en la negociación, donde ya no aparece nada nuevo.

¿Dónde está lo que no aparece? Ese es un buen punto para que analicemos. ¿El Estado es el patrón capitalista que lucra con el esfuerzo del trabajador? Claramente no. ¿De dónde sale el dinero para la paritaria salarial? La pauta salarial surge de un balance en el marco de la recaudación, emisión monetaria, aplicación a políticas sociales, productivas y, en este contexto, sanitarias. Podemos entenderlo así o no. Podemos creer que nuestro salario debe ser la primera prioridad del Gobierno. Podemos pensar muchas cosas, claro, pero quienes entendemos la frase “primero los últimos” formulada por el Presidente en la Asamblea Legislativa de asunción, nos sentimos interpelados. Y, como se dijo, no para asumirnos con privilegios, lejos está este análisis de caer en ese simplismo, sino para aportar a un desarrollo más armonioso de un crecimiento como sociedad, donde las mejoras necesarias y urgentes se consoliden.

Nuestra lucha gremial continúa. Debemos recuperar salario y mejorar las condiciones de trabajo.

La lucha continúa porque no empieza con este acuerdo ni termina con este acuerdo. Nuestra vocación gremial tiene un tiempo largo, con perspectivas amplias y horizontes que nos llevan a seguir trabajando por nuestro sector en consonancia con todos los sectores sociales que buscan una justa distribución del ingreso, un crecimiento económico y una política sanitaria que preserve la salud de la población.

Por todo lo expuesto, y como fuera valorado en muchas asambleas, nuestro acuerdo fue el mejor posible.

Asumimos la lucha para que lo posible se acerque cada vez más a lo deseable. Esa es nuestra tarea.

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