jueves 18 de abril de 2024 - Edición Nº -1961

Universidad | 11 abr 2021

Mucha fiaca para explicar, según parece

¿Qué es un campo de concentración? Dos alumnas de UNLP y una polémica sobre un debate tras una nota opaca y estigmatizante

“Un profesor de Derecho de Justicia Legítima comparó las cárceles con los campos de concentración”, publicó un medio porteño. Dos alumnas y dos visiones sobre la misma clase.


  ¿Qué es un campo de concentración? Dos alumnas de UNLP abren una polémica sobre un docente y un debate sin fin. Un debate que sobre todo debería ejercerse con cierto respeto por los significados de cada vocablo. Porque la liviandad con la que se utilizan ciertos conceptos es cada vez más frecuente y más que esclarecer, confunde. Ocurre con términos como "dictadura", "fascista" "facho" y otros tantos que se lanzan por todas partes y en cualquier momento, descontextualizadamente y en la mayoría de los casos para abatir al otro/a, y no para debatir con el otro/a. Esta semana el portal Infobae publicó una nota que tuvo algo de repercusión en las aulas de la Facultad de Ciencias Jurídicas y Sociales de la UNLP. "Fuerte rechazo de parte de una alumna generaron los dichos de un profesor de la Facultad de Derecho de la Universidad de La Plata quien afirmó que las cárceles son como los campos de concentración. Se trata de Juan Ignacio Orsini, profesor de la materia Derecho Social, juez del Tribunal del Trabajo nro. 2 de la capital bonaerense y miembro de la agrupación Justicia Legítima", publicó ese medio. Y agregó: "En otro tramo de su clase, el docente preguntó: ¿Quién es el público de la cárcel actualmente?, ¿quiénes pueblan las cárceles ahora? Y respondió: Los pobres hombres en edad laboral. No hay mujeres prácticamente en la cárcel. Hay pobres, varones, relativamente jóvenes, sin empleo y casi todos ellos detenidos por delitos contra la propiedad. No hay pobres jóvenes detenidos por delitos de estafa económica o de apropiación indebida de recursos públicos, etc., etc. Por eso es que las cárceles en muchos países periféricos, en muchos países de Latinoamérica -hay que decirlo-, son campos de concentración”. Siempre según ese portal de noticias, el docente y magistrado (Orsini) habría expresado: "“Si nosotros como Estado, como sociedad debiéramos garantizarle -lo dice la Constitución- vivienda digna, alimentación sana y suficiente, un sistema de seguridad social desde el nacimiento hasta que finalice la educación obligatoria, que en Argentina incluye la escuela secundaria completa y no lo hicimos; si no lo hicimos, ¿qué autoridad moral tenemos para pedirle que no venga y nos robe la billetera? Ninguna, yo creo que ninguna. Seguramente lo ideal no sea encerrar a un niño de 16 años o 18 años que robó un celular y meterlo 5 años preso en un campo de concentración para que salga peor y después cuando salga, en lugar de robar, mate”. Infobae también consignó que dialogó con Candela Dipp, una estudiante de 5° año que luego le habría señalado al docente: “Espero no lo tomes a mal, me encantó la clase y me encanta que des tus puntos de vista pero me parece que decir hoy que la cárcel es igual a un campo de concentración no es lo mejor. Compararlas con un campo de concentración, con el genocidio durante la Segunda Guerra Mundial, me parece un poco extremista”. Dipp habría agregado: "Fue algo muy chocante, por lo menos en lo personal, por eso expresé mi disconformidad al final de la clase, y también por Twitter. Siento que se ha banalizado lo que fue el Holocausto y es incluso una falta de respeto para aquellas personas que tienen familia que ha pasado por esa violación de los Derechos Humanos durante la Segunda Guerra Mundial".    

La respuesta de otra alumna

Una acusación de semejante tenor no podía pasar desapercibida para quienes conocen a Orsini. Hubo decenas de juristas que inmediatamente lo respaldaron, en forma pública, y dedicándole muchas palabras al debate. El tono con el que Infobae trata al juez que también es docente de la UNLP, es a todas luces, denostativo, agraviante y profundamente antidemocrático. ¿Es que, acaso, llegó algún nuevo ámbito que regula el discurso del cuerpo docente de esa unidad académica? ¿Sabe Infobae que existe eso llamado "contexto" y que sólo puede analizarse allí y en aquel momento, cuando el juez estaba explicando su parecer sobre el tema? ¿Desde cuándo los medios de alcance nacional husmean entre las aulas de las universidades públicas o privadas ejerciendo el rol de veedores de lo moral, lo amoral, lo correcto y lo incorrecto? Todo es discutible, pero para que el intercambio de ideas sea virtuoso haría falta expresar la parte y la contraparte. Info Blanco Sobre Negro recibió una carta de lectores que expresa otra visión no sólo sobre el tema, sino también sobre ese estilo espantosamente grandilocuente y estigmatizante. Que además tiene un tono censor indisimulable.        Catalina Pasini es la alumna que envió la carta que mostró otro punto de vista,  y que abrió otra vez la polémica. Vale aclarar: no es la única persona que le dedicó algunas líneas a la publicación de Infobae. Hubo distintos profesionales o estudiantes de Derecho que también expresaron su posición.  

La Carta

  Yo participé de la clase, y la nota me despertó la inquietud y la necesidad de compartir algunas reflexiones Entiendo que hay una banalización del pensamiento, un reduccionismo inaceptable de las ideas. Vamos por partes. En primer lugar, me preocupa esta suerte de escrache público. Resulta paradójico promover la cultura del diálogo a la vez que cercenamos a quien expresa su pensamiento. Una cosa es disentir, y otra muy distinta impulsar una suerte de cancelación mediática a quien piense distinto. Una cosa es rechazar una idea y otra es que esta idea no pueda ni siquiera ser expresada. Cancelar es promover que ciertas personas no puedan participar del debate, que hay ideas que no pueden decirse, agitar en las redes sociales y/o en medios de comunicación para que nadie escuche a tal persona. Creo que para debatir algo, para criticarlo, para repudiarlo, primero hay que poder escucharlo. No se puede cancelar sin siquiera antes haber escuchado y analizado. Y es aquí donde se debe trazar una línea entre el repudio y la censura. Hay una pretensión de constituir una suerte de policía del pensamiento que discierna lo que está bien de lo que está mal, lo correcto de lo incorrecto, tratando de encasillar y uniformar el pensamiento. El profesor lo que hizo fue una somera descripción del surgimiento de las herramientas disciplinarias de determinada formación económica. El comienzo de la institución carcelaria como herramienta disciplinaria de lo que fue el capitalismo en ascenso. Basta leer a Foucault para comprender que este pensamiento se entronca con una larga tradición de la filosofía política del Siglo XX que ha generado suficiente teoría sobre esta cuestión. Basta con leer a Zaffaroni hablar de “genocidio por goteo”, para explicar las nuevas formas de colonialismo actual, ya no basado en golpes de Estado, sino en desestabilizadores y en un control social muy perverso, que opera principalmente a través de agencias judiciales penales, en una sociedad excluyente. De modo tal que podríamos realizar muchas objeciones de los dichos del profesor, pero este pensamiento no sólo no es novedoso, sino que encuentra sustento en diversos autores y teorías del Derecho Penal. Quienes se escandalizan con la descripción que el profesor hizo del sistema penal y de cómo opera el poder punitivo, quizás deberían pisar algún día tantísimos centros de detención que existen en nuestro país. Ahí verificarán las condiciones de deterioro en las que se encuentran las cárceles, con hacinamiento, superpoblación, un sistema de salud casi nulo, y tantas otras violaciones a los derechos humanos más básicos y elementales. Por no mencionar que es mayor la aprehensión policial sin orden judicial previa que la detención con orden judicial, que es mayor el número de personas con prisión preventiva que con condena firme, etc. ¿Acaso esto se condice con lo exigido por nuestra Constitución Nacional? Con relación a esto, la explicación del profesor fue establecer un nexo causal, una relación entre el surgimiento de la institución carcelaria como herramienta de disciplinamiento social concebida en los orígenes de la revolución industrial con el rol que desempeña en la sociedad moderna, en la que la población carcelaria está mayormente integrada por los sectores más vulnerables y desprotegidos. Es decir, por los excluidos de un sistema que genera opresión, desigualdad y una profunda injusticia social. Los responsables del vaciamiento económico del país, de la evasión fiscal, de las quiebras fraudulentas, y de distintas maniobras de defraudación económica no son justamente quienes habitan las instituciones carcelarias, porque para ellos la mano de la justicia nunca llega. En este sentido, considero que la actitud del profesor, quien puso lo mejor de sí para promover las distintas opiniones, fue un llamado a la reflexión, una invitación al debate, para animarnos a correr el velo de la letra escrita de las normas y poder ver un poco más allá, para comprender que hay estructuras de poder que subyacen a las legislaciones. Creo que un abogado tiene que hacer ese esfuerzo, y no convertirse en un mero reproductor de un sistema jurídico concebido para la opresión y no para el bienestar de los pueblos. No en vano Arturo Jauretche hablaba del estatuto legal de coloniaje, para hacer referencia a un corpus normativo concebido como mecanismo de dependencia en la Argentina de la década infame. Pero ese concepto jauretcheano puede ser aplicado a otros tiempos históricos. Por eso la labor del abogado va mucho más allá de la simple memorización de la estricta literalidad de la ley. Un abogado debe ser alguien que interpela a la realidad para poder transformarla. En Argentina existe la libertad de Cátedra. Entiendo que es un mecanismo peligroso el cuestionamiento público, el escrache a un profesor que simplemente piensa de manera distinta a la que puede pensar un alumno. Además, debo decir que el profesor Orsini pertenece a un universo de ideas que es minoritario en el pensamiento de la facultad, por eso resulta llamativo tanto escándalo. A lo largo de los años que llevo de carrera, como alumna he escuchado infinitas expresiones que no se vinculan con mi cuerpo de ideas y valores. Sin embargo, jamás se me hubiera ocurrido salir a promover un escrache público contra el autor de esas expresiones que se encuentran en las antípodas de mi pensamiento. Bienvenido el debate de ideas y la necesidad de indagar en los fundamentos que subyacen en el orden normativo que rige nuestras conductas. Bienvenidos los profesores como el Dr. Orsini que tienen el coraje de desafiar los lugares comunes del pensamiento canonizado por el poder hegemónico.    

El Juez laboral y Profesor de Derecho Social (UNLP - UNDAV) Enrique Catani también hizo referencia a la polémica, pero a través de su cuenta en Twitter:

     
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