Oscar Reynoso nació el 3 de marzo de 1955 en La Plata, es médico neurocirujano, fue llevado a la Guerra de Malvinas cuando tenía 27 años y no tenía la preparación para lo que se iba a enfrentar el 2 de abril de 1982. “Fui incorporado el 4 de marzo de 1982. Por prórroga universitaria tenía esa edad”, le contó a INFO BLANCO SOBRE NEGRO.

“Fuimos llevados a Malvinas cuatro soldados como médicos para las distintas compañías de infantería y dos soldados de 18 años, también recién incorporados como cocineros”, relató y subrayó: “Sin instrucción, pues ésta fue interrumpida por la toma de las islas. Y, recuerdo con gran preocupación por la falta de instrucción”.

Ante la pregunta de lo que significó ir a Malvinas, Oscar contó que “Malvinas es un reclamo que viene desde el año 1833, nos educaron, no solo a nosotros, sino también a todas las generaciones precedentes acerca de la pertenencia argentina de las islas”.

“El hecho de llegar a una guerra fue una decisión política del gobierno de facto de ese entonces, contra una potencia con la OTAN detrás de ella. Estábamos en franca desventaja en cualquier aspecto que se analice. Además de no creer, personalmente, que sea un medio adecuado de solucionar este ni ningún conflicto”, reflexionó.

La vuelta a casa

Ante los soldados caídos durante la guerra, el médico dijo que “en efecto, el regimiento de infantería 7 Coronel Conde fue el que más bajas sufrió en el conflicto y el que más bajas le produjo al ejército Británico en combate terrestre”, y dijo “recuerdo a todos los caídos de mi compañía y honro a sus memorias en los actos del regimiento”.

Cuando regresó de la guerra, no recuerda la fecha exacta porque fueron llevados a Campo de Mayo, primero al hospital y luego a ser interrogados, a fines de junio Oscar seguía pensando en que era un milagro estar vivo.

“Si, pensé y me hice a la idea de no volver”, manifestó, y añadió: “El soldado está para morir en combate, como así sucedió en efecto con muchos de nuestros camaradas”.

Y recordó el reencuentro con su familia. “El reencuentro con mis padres fue, por así decirlo, patético. Pasaron a dos metros del lugar en donde estaba, me miraron y siguieron de largo. No me reconocieron por haber perdido 12kilos”, exclamó Oscar, y cerró: “En ese estado regresamos del frente”.