sábado 20 de abril de 2024 - Edición Nº -1963

Información General | 13 ene 2021

En Altos de San Lorenzo

"Todos por una Sonrisa", el comedor que lucha contra la triple pandemia: hambre, covid y violencia de género

La ONG asistió durante toda la cuarentena a 350 personas.


En plena pandemia en los comedores tuvieron que aprender a “protocolizar la ayuda”. Con barbijo y lavandina en mano, se pusieron al hombro la difícil tarea de seguir alimentado y cuidando a los y las vecinas para que sigan recibiendo su plato de comida, disminuyan los riesgos de contraer coronavirus y las mamás solteras no pierdan el acompañamiento.

Así fue y sigue siendo la experiencia que le tocó atravesar al Comedor Todos por una Sonrisa que está ubicado en barrio Altos de San Lorenzo a cargo de María Pantoja.  El comedor nació hace 7 años, después de la terrible inundación de La Plata.

En su momento, “el comedor se levantó con unos cuantos vecinos, entregando una copa de leche y abriendo solo los fines de semana, después empezamos a crecer con la gente y las necesidades”, recuerda María al contarle a INFO BLANCO SOBRE NEGRO sobre su trabajo diario.

Y opina con mucho dolor que “hemos pasado por dos gobiernos y no ha sido satisfactorio, porque las necesidades crecen, y lo básico y esencial que es el alimento no se les puede brindar a los chicos como corresponde y duele mucho”.

El trabajo solidario no tiene techo. El comedor empezó a crecer con los vecinos que siguen colaborando y abrieron talleres para las mujeres, dan apoyo escolar para las y los chicos, y así  todo empezó a crecer. “Primero se alimentaba a 10, luego a 20, y ahora son 350 personas de todas las edades. Más de 70 familias”, detalló María, y aclaró que “el comedor está abierto todo el año, sin ninguna bandera política, solo por la necesidad humana”.

Ni el coronavirus los detuvo

María relata que el 2020 fue “muy duro”, pero el comedor se mantuvo en pie para poder ayudar a los vecinos, amigos, familiares e hijos. “Nos unió mucho todo lo que nos atravesó el año pasado. Hubo mucha solidaridad de la gente, y hemos podido seguir adelante”, cuenta acongojada.

Y continúa: “Cuando entramos en pandemia tuvimos miedo, pero la necesidad de alimentos fue más grande. Algunos se fueron por temor, pero los que continuamos con barbijo y mucha limpieza empezamos a repartir lavandina, utensillos limpios y alcohol en gel antes de entrar al comedor. Fuimos los únicos que no cerramos en todo el año”, destaca.

Aunque en enero se toman un descanso, después de siete años ininterrumpidos, en febrero ya vuelven al ruedo. “El estado siempre está ausente nos da lo que puede y lo que tiene, como nosotros no hacemos un piquete por un pedazo de pan somos menos conocidos y no les somos útiles como punteros”, expresa la coordinadora del comedor.

Y relata que el día a día es difícil de llevar. “Hay mucha necesidad, no hay trabajo. Las y los pibes están pasando por situaciones difíciles nunca pueden tener algo nuevo, ni un par de zapatillas, y tampoco se los puedo solucionar porque, lamentablemente, hay una desigualdad social muy grande”, relata, pero confía en el trabajo colectivo para salir adelante.  

María contó que muchas mujeres solteras se acercan y algunas sufren violencia de género. “Les falta una cosa y la otra, y nosotros nos abocamos a ayudar porque no todas tienen las mismas posibilidades”, indica sin prejuzgar.

Las adversidades son como en todos lados: el agua en el verano y la luz en el invierno. Si nuestros hijos se enferman tenemos que caminar, la salita está a muchas cuadras. Es triste el olvido cuando el casco urbano está a menos de 10 cuadras”, sentencia crudamente María.

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