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Información General | 18 sep 2020

Entrevista

Un maquinista cuenta cómo es convivir con los "arrollamientos" y por qué el que salvó al niño es un héroe como tantos otros

En promedio, un motorman atropella entre 20 y 25 personas a lo largo de su carrera.




El jueves pasado se viralizó un video en el que se observa al conductor de un tren de la Línea Roca frenar la formación justo a tiempo para evitar atropellar a un niño de 3 años que caminaba sobre las vías. Info BLANCO SOBRE NEGRO habló con un integrante del gremio La Fraternidad sobre la problemática de los arrollamientos.

En la jerga ferroviaria, los siniestros en los que un tren choca contra un auto o un peatón son llamados “arrollamientos”.

Para los conductores es, sin dudas, la problemática más difícil de su profesión. Los números son impactantes. En promedio, un motorman atropella entre 20 y 25 personas a lo largo de su carrera.

En diálogo con Info BLANCO SOBRE NEGRO, Pablo Pérez, coordinador de Capacitación de la Línea Roca y secretario General de la Agrupación José Ignacio Rucci, señaló: “Entiendo que la viralización del video haga pensar que se trata de una situación extraordinaria, pero los conductores están expuestos a este tipo de situaciones en forma habitual. El buen accionar del conductor es innegable pero si lo van a tomar a este compañero como un héroe habría que decir que hay un montón de héroes todos los días”.

“Estas situaciones son más comunes de lo que se cree y la mayoría no terminan con un final feliz como este caso, que se dio en condiciones muy particulares. El episodio se produjo en un tramo recto donde la vía está bastante abierta y con buena visibilidad. El conductor siempre va atento, pero si llueve, hay niebla, curvas u otros factores, a veces no logra detener el tren antes de un arrollamiento. La mayoría de las veces no sale bien”, aseguró Pérez.

Por la densidad poblacional y la circulación intensa de trenes, los arrollamientos son más habituales en el Área Metropolitana de Buenos Aires (AMBA).

Sólo en la Línea Roca corren 720 trenes por día. Estos accidentes también los sufren los ayudantes que son parte de las tripulaciones en las locomotoras diésel o de un coche motor.

Argentina tiene legislación laboral de avanzada en cuanto a los derechos de los conductores que protagonizan arrollamientos. El vicepresidente de la ITF, Julio Adolfo Sosa y el presidente de la ITF Latinoamérica, Julián Sosa Capello, son algunos de los dirigentes de La Fraternidad, gremio conducido por Omar Maturano, que hicieron valiosos aportes en este sentido.

“Antes, un conductor que sufría un arrollamiento debía volver a trabajar al otro día. En 2002 salió la resolución 315 que empezó a reconocer un posible estrés postraumático pero solo a través del servicio médico. El gremio trabajó mucho en esta problemática y contrató psicólogos, abogados y generó videos desde el ojo de la locomotora para mostrar lo terrible que es un arrollamiento”, explicó el coordinador de Capacitación de la Línea Roca.

Y continuó: “Así, en 2009 se logró la resolución 558 que toma a los arrollamientos como accidentes de trabajo. Desde ese momento, cada hecho va directo por ART y no queda encerrado en la cápsula de la empresa sino que toman parte la SRT y la CNRT. Si después de un tiempo aparecen dolencias por ese accidente se reabre la carpeta médica. A nivel mundial hay muchos países que todavía no garantiza estos derechos”.


Qué sucede con los conductores de tren en un arrollamiento

Pérez asegura que el impacto de cada arrollamiento “depende de las condiciones en que se produce”, y advirtió: “No es lo mismo cuando se atropella a alguien que está distraído a los casos en el que la persona se arroja a las vías para quitarse la vida. Es una cuestión muy personal pero ante un suicidio se tiende a sentir que uno no lo podía evitar”.

Los conductores de trenes saben que la cantidad de arrollamientos varía de acuerdo a las épocas del año. En general, en las fechas importantes como las fiestas suele haber más suicidios.

“La mayoría son suicidios. Es por lejos lo más habitual. Algunos eligen lugares en los que el tren pasa con velocidad y otros se arrojan cuando la formación está entrando al andén”, explicó el titular de la Agrupación José Ignacio Rucci, que en La Plata es conducida por Sebastián de Cabo.

Aunque los números varían de acuerdo a la “suerte” de cada trabajador, el coordinador de Capacitación de la Línea Roca aseguró que los conductores sufren “un promedio de entre 20 y 25 arrollamientos” a lo largo de toda su carrera. “Trabajé con compañeros que tuvieron su primer arrollamiento cuando les faltaba muy poco para jubilarse. Yo tuve 17 arrollamientos”, contó.

Desde el gremio advierten que ahora los arrollamientos son más habituales con trenes eléctricos que con formaciones diesel. “Por un lado hay más frecuencia y además los trenes son más silenciosos”, explicó Pérez.

La Ley 2873 de ferrocarriles establece que las vías deberían estar completamente cerradas, algo que en la práctica no sucede. “Que esto no se cumpla no es sólo responsabilidad de las empresas. En los últimos 10 años se han hecho muchos pasos a bajo nivel y se han cerrado muchas vías pero lamentablemente hay muchos hechos vandálicos. Hacen agujeros para no caminar tanto hasta la estación o directamente se roban el alambrado perimetral”, aseguró el entrevistado.

Y amplió: “Por ejemplo, ahora tuvimos que dejar de correr trenes en la vía Haedo porque se robaban el balastro, la piedra que sostiene toda la estructura. La estaba reacondicionando y corríamos trenes sin gente para que no la volvieran a robar pero la semana pasada volvieron a llevársela”.


“Cuando sufrís un accidente se generan como pequeñas alarmas”

El capacitador de los conductores de la Línea Roca contó que a veces el motorman “tiene la percepción de que algo va a suceder porque nota algo que le genera sospecha”, y remarcó: “Cuando sufrís un accidente se generan como pequeñas alarmas. Por ahí hay un lugar en la vía absolutamente despejado donde un día se arroja alguien. A partir de ese momento, el conductor cuando pasa por ese lugar toca bocina por más que no haya nadie”.

“El accidente que finalmente no sucede también genera un efecto muy fuerte. La desesperación que le agarra al conductor para frenar la marcha del tren es la misma cuando se puede evitar que cuando no se puede. Esos segundos previos generan un gran shock emocional y obviamente si no se puede evitar se suma una carga”, expresó.

“Después del arrollamiento, viene la visita a la DDI y la declaración que obliga a revivir lo sucedido. La situación te acompaña por un tiempo. Los efectos reales del estrés post traumático aparecen mucho después. Hay conductores que después de un año vuelven a soñar o a pensar constantemente en un accidente. Hay cosas que se van guardando hasta que la copa se llena”, comentó Pérez.

Y concluyó: “Antes, ante un arrollamiento te decían que era una parte más del trabajo. Fue un gran logro del sindicato que lo que sucede emocionalmente también sea considerado un accidente de trabajo”.

Martín Mazzoleni @martinmazzoleni

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