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Información General | 9 nov 2020

Una investigación novedosa

Detectan una preocupante tendencia al calentamiento en las profundidades del mar argentino

Mediciones realizadas en la Cuenca Argentina permitieron demostrar por primera vez una tendencia al calentamiento de las aguas profundas.



Un grupo de científicos dentro de los cuales se encuentra el investigador principal del CONICET, Alberto Piola, logró estudiar una década de registros horarios de temperatura por hora de amarres anclados a cuatro profundidades –entre los 1360 metros y los 4757 metros de profundidad- en la Cuenca Argentina del Océano Atlántico frente a la costa de Uruguay.

Es la primera vez que se estudian este tipo de registros, que dejaron al descubierto que las profundidades del océano están teniendo una tendencia a un calentamiento sin precedentes. El estudio acaba de publicarse en la revista Geophysical Research Letters de la American Geophysical Union (AGU).

Concretamente, la tendencia al calentamiento se ubicó entre los 0,02 y 0,04 grados Celsius por década, entre 2009 y 2019. Los investigadores consideran que representa una tendencia significativa, teniendo en cuenta que las fluctuaciones en las profundidades del mar suelen medirse en milésimas de grado.

“En 2009 instalamos unos instrumentos acústicos y sensores de presión en el fondo del mar frente a la costa del Uruguay.  Todavía mantenemos estos fondeos dentro del marco del proyecto SAMOC (de sus siglas en ingles South Atlantic Meridional Overturning Circulation),  una iniciativa de investigación de instituciones de Argentina, Alemania, Brasil, Estados Unidos, Francia y Sudáfrica”, explicó Alberto Piola.



Los instrumentos están instalados entre 1360 y 4757 metros de profundidad.  Estas mediciones permiten estimar la intensidad de las corrientes en la región y combinados con observaciones en el otro extremo del Atlántico Sur frente a las costas de Sudáfrica permiten estimar la intensidad de la circulación meridional del océano. 

Los instrumentos tienen un sensor de temperatura que es necesaria para calibrar las mediciones presión, datos que usan para determinar las variaciones de la temperatura en las aguas de fondo en la región.

En la superficie del mar tenemos mediciones satelitales de temperatura desde fines de la década del 70 y estos datos permiten cuantificar con precisión las variaciones de temperatura en la superficie en todo el océano.  Pero son muy pocos los registros continuos de largo plazo por debajo de la superficie, especialmente en las aguas profundas”, señaló el científico. 

Y agregó: “Nuestros registros horarios ya tienen más de 10 años de duración, y son únicos en esta parte del océano mundial. Los datos en los cuatro sitios con registros más largos documentan el calentamiento de las aguas profundas con una precisión sin precedentes”.

En los tres sitios más profundos, entre aproximadamente 3500 y 4700 metros de profundidad, la tendencia es 0.02 °C por década. 

Además del calentamiento de largo plazo, los datos también muestran intensas variaciones de temperatura especialmente en los dos instrumentos menos profundos, con períodos característicos de más de 100 días a 1360 metros de profundidad y entre 20 y 50 días a 3535 metros.

El océano es el mayor reservorio de calor del sistema climático y, por lo tanto, pequeñas variaciones de la temperatura media del océano representan enormes variaciones del calor contenido en el sistema. Esto se debe al gran volumen y la alta capacidad calorífica del agua contenida en el océano”, advirtió el científico del Conicet. 

“La escasez de datos continuos de temperatura en el océano profundo hace difícil cuantificar los cambios con la precisión necesaria. Además, el agua profunda y las anomalías de temperatura pueden permanecer sumergidas durante muchos cientos de años, es decir que continuarán modulando el clima durante igualmente largos periodos de tiempo. Por eso suele decirse que el océano es la memoria del clima”, señaló. 

Y remarcó: “El aumento de temperatura tiene múltiples efectos, como el aumento del nivel del mar por la expansión térmica del agua, que puede contribuir directamente al derretimiento de glaciares que desembocan en el océano, y modificar las propiedades biogeoquímicas del agua, contribuyendo a la disminución de la concentración de oxígeno disuelto y al proceso conocido como acidificación”.

En cuanto a la importancia de este trabajo, Piola explicó que “los estudios previos sobre los cambios de temperatura del océano profundo se basan en observaciones esporádicas, en algunos casos con un dato cada 10 años, por lo tanto, los resultados son altamente inciertos”.

“Nuestros datos horarios, si bien solo proveen evidencia de una región específica, permiten determinar las variaciones y las tendencias de temperatura con un alto grado de precisión.  Estos datos indican que para determinar las tendencias con una precisión del orden de 0.01°C/década, que representa un error del 50% de la tendencia estimada, es necesario realizar observaciones cada 18 meses aproximadamente. Son muy pocas las regiones del océano mundial en las que se dispone de datos apropiados para determinar las tendencias de temperatura de largo plazo”, concluyó. (Conicet)

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