Cultura | 28 mar 2021
Brenda Focas, investigadora del CONICET
“Representaciones de casos delictivos constituyen el eje en torno al cual se organizan la mayoría de los noticieros de la televisión”
Autora del libro El delito y sus públicos. Inseguridad, medios y polarización.
w
"Prender la televisión para ver el noticiero puede ser un acto compulsivo de consecuencias insospechadas", señala Cintia Kemelmajer, autora de esta nota, publicada en el sitio web del Conicet.
“El noticiero es adictivo y más cuando el mundo es inestable”, decía el teórico de la comunicación Roger Silverstone.
La investigadora Brenda Focas lo retoma en su libro El delito y sus públicos. Inseguridad, medios y polarización (UNSAM Edita), que publicó a fines de 2020.
Allí refleja la obsesión que causan los noticieros televisivos a través de cifras según la última Encuesta de Consumos Culturales (SINCA), en la que el noticiero es el elegido como el género preferido de los argentinos para informarse. Detrás de esos datos creció la verdadera inquietud de Focas como científica: estudiar la incidencia de las noticias de delito e inseguridad en la vida cotidiana de las personas, a partir del posicionamiento de la inseguridad como problema público.
“Las representaciones de distintos casos delictivos constituyen el eje en torno al cual se organiza la mayoría de los noticieros de la televisión abierta”, plantea Focas como puntapié para zambullirse en una pregunta compleja: ¿cómo impactan esas noticias sobre delito en la vida de las personas? Motivada por ese interrogante, a partir de 2008 comenzó su derrotero en torno al análisis de las representaciones de las noticias policiales, que culminó tres años después con el trabajo de campo realizado y, finalmente, en 2016, cuando se doctoró con una tesis en la que condensó su indagación. Cuatro años después, lo adaptó a un lenguaje más accesible para este libro, en el que analizó de manera profunda la producción, el consumo y la circulación de las noticias de inseguridad.
“Quise conocer cómo las noticias truculentas pregnaban en las audiencias, de la mano del crecimiento de la llamada ´inseguridad´ en la agenda pública”, recuerda Focas, cuyo lugar de trabajo es la Escuela Interdisciplinaria de Altos Estudios Sociales (IDAES) de la Universidad Nacional de San Martín (UNSAM). “Cuando empecé a indagar en el tema, me encontré con mucha literatura que hipotetizaba que la gente no salía de su casa porque miraba muchos noticieros, y ligaban la sensación de inseguridad con la exageración de los medios, entonces empecé a cuestionar esa idea. A preguntarme si efectivamente era tan así. Quería estudiar cuál era el verdadero efecto de los medios en las personas, qué dialéctica había entre las encuestas, las prácticas y las representaciones mediáticas”.
Para comenzar el estudio del tema, tuvo que ir a los orígenes: remontarse al surgimiento de la categoría inseguridad. Tal como indica en el libro, ese fenómeno se remonta a las últimas décadas. “Es difícil establecer el comienzo de un fenómeno de esta magnitud”, entiende Focas en uno de los pasajes del libro, “aunque hay cierto consenso en que promediando los años noventa, y con algunos antecedentes en los ochenta, comenzó a gestarse una demanda de inseguridad que, eclipsada por la crisis de desempleo de 1995 y los sucesivos vaivenes que desembocaron en el estallido de 2001, solo se hizo sentir cuando la situación económica estuvo controlada”. Una vez iniciada la etapa de recuperación económica post crisis 2001, la inseguridad se consolidó como problema central público -como tema controversial y de discusión cotidiana, con exigencia de una resolución urgente- y, a la vez, como sección fija y estable en la agenda de los medios de comunicación.
Lo que sucedió luego de ese estallido, en los últimos años, es curioso. Tal como explica la investigadora en su libro, si bien hubo una disminución en las tasas de delito, no hubo un aumento de la aceptabilidad o de un umbral de riesgo aceptable de la vida social, sino más bien una intensificación de aquella demanda de “seguridad” y del descontento. “Como muestra el investigador del CONICET Gabriel Kessler, la inseguridad, en última instancia, es una percepción o un sentimiento”, señala entonces Focas en otro tramo del libro. Esto, dice, implica que más allá del aumento real de las tasas de delitos, la inseguridad se haya conformado como un concepto polisémico, que aglutina otras preocupaciones sociales.