martes 30 de abril de 2024 - Edición Nº -1973

Información General | 12 jul 2014

Nada de "un pibe que sacó fotocopias"

La verdad sobre "Brasil decime qué se siente": el héroe que la hizo nacer es anónimo y colectivo

Cuenta Ignacio Harraca, un muchacho que la prensa puso a la altura de Mozart, que la inspiración para "crear la canción" le llegó cuando sus amigos le confirmaron que iban a comprar entradas para ver los partidos de Argentina. "La empecé a pensar bajo la ducha, ahí salió la primera versión, le hicimos algunos retoques y quedó", contó a la prensa. Y dijo que sacó fotocopias y las repartió. La verdad sobre EL ORIGEN de la canción es otra. Te la contamos acá.


Cualquier futbolero que acompaña a su equipo los fines de semana, a esta canción (con el mismo ritmo pero con otra letra), ya la conocía. Es muy popular no sólo entre la hinchadas, también se usa el ritmo para expresar canciones políticas, y hasta en el automovilismo.

Es decir, el pibe devenido en héroe del cancionero popular, en verdad, mientras se pasaba el jabón en la ducha, lo único que hizo fue cambiarle un poco de letra a una canción que se escucha todos los fines de semana en los estadios argentinos

El mérito creativo, en este caso, fue utilizar el tema “Bad Moon Rising” , de la mítica banda Creedence Clearwater Revival. Pero esa genialidad (que muchos tardamos en descubrir) le corresponde a la hinchada de San Lorenzo, que fue la primera que la incorporó al repertorio futbolero argentino.

“Vengo del barrio de Boedo, barrio de murga y carnaval, te juro que en los malos momentos, siempre te voy a acompañar… dale dale matador, dale, dale Matador, dale dale dale dale Matador”, corearon por primera vez los hinchas que comparten la pasión azulgrana con el Papa Francisco y tantos otros famosos.

La de San Lorenzo es, quizá, la barra más creativa del fútbol argentino. Y Boedo es uno de los barrios más murgueros de Capital. De ahí la letra original, y de ahí la creatividad “cuerva”, posiblemente.

Estuvo bien el amigo Harraca, pero, en verdad, lo que hizo fue como pegarle a la pelota. Todo le pegamos, y todo cantamos, palabras más, palabras menos, la canción que en estos días recorre el mundo. Le pegó bien, es claro, y también fue meritorio sacarle copias, repartirlas, y todo lo demás.

Su esfuerzo se nutre del folclore futbolero, pero casi no hay nada nuevo, salvo cambios de frases. El arte, aquí, fue colectivo, provino de lo profundo, del anonimato, del corazón murguero, y de las tradiciones populares argentinas.

¿Quién habrá tirado, por primera vez, la madre de todas las versiones que bordean la melodía de Creedence?

Imposible saberlo, pero en ese gesto creativo estuvo la grandeza. Pocas canciones pegan tanto y se parecen tan poco a la original.

Miren a la hinchada azulgrana cantando la versión original del tema que hoy identifica a los argentinos. Y lo aclara , ahora, un escriba cuya pasión se viste de otros colores. Nobleza obliga.

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