

Expertos del CONICET y el Museo de La Plata identificaron marcas realizadas por humanos en el esqueleto de un gliptodonte hallado a orillas del río Reconquista, cerca del Dique Roggero, en el límite entre las ciudades bonaerenses de Merlo y Moreno, que datan de 21 mil años atrás, unos 5 mil años antes de la etapa histórica en la que está aceptado que llegaron los primeros pobladores al continente americano.
Se configura como la primera evidencia de interacción temprana entre los primeros habitantes y la megafauna que habitó estas tierras y se publicó en la revista científica de acceso abierto PLOS ONE.
El fósil fue hallado por Guillermo Jofré, autodidacta de la paleontología que tiene a su cargo el Repositorio Paleontológico Ramón Segura de Merlo, a quién le llamaron la atención las singulares características que presentaba múltiples rayitas en los huesos y osteodermos –placas óseas– que no parecían ser aleatorias, como pueden ser las marcas del ataque de otro animal o la acción de roedores sobre los huesos fosilizados, sino que seguían patrones uniformes.
En diálogo con Info Blanco Sobre Negro, el investigador del CONICET en el área de Antropología de la Facultad de Ciencias Naturales y Museo de la Universidad Nacional de La Plata, Mariano Del Papa, destacó que "el hallazgo se produjo en el 2015, momento en el cual Jofré inició el protocolo de recuperación y observó las marcas particulares". Del Papa, junto a otros pares, se sumó en el 2016.
"A partir de las marcas de corte se intentó demostrar que habían sido hechas por el ser humano y luego conocer qué antigüedad tenían", detalló el especialista, y agregó que "todo indicaría que tienen 21 mil años".
Para llevar adelante la investigación, Del Papa comentó, en primer lugar, que los huesos están compuestos por una parte orgánica, colágeno, y por una inorgánica, bioapatita.
"Como colágeno ya no había, partimos de la biopatita, aplicamos Carbono 14 y pudimos calcular la cantidad de años", detalló el antropólogo, y resaltó que "dentro de Sudamérica es el registro más antiguo", o por lo menos "del que más certeza se tiene".
Según los investigadores, la mayoría de las marcas de corte están hechas en el tren trasero, entre la cadera y la cola, donde estos especímenes tenían la mayor cantidad de carne. Primero sacaron una parte del anillo caudal, luego cortaron los tendones. Es decir, siguieron una serie de pasos intuitivos con el objetivo de sacar los músculos más prominentes y comerlos.
Del trabajo participaron expertos del CONICET, el Museo de La Plata, el Instituto Pasteur de París, la Municipalidad de Merlo y la Fundación de Historia Natural Félix de Azara.
Por último, este medio le consultó a Del Papa sobre el protocolo a seguir en caso de encontrarse con algún fósil y señaló que "por estar protegidos por ley no deben ser manipulados y hay que recurrir a las autoridades locales".