

Por: Nicolás Harispe
Desde aquella jornada que quedó en la historia de nuestra selección nacional de fútbol, cuando un empate 1 a 1 contra Suecia dejó eliminado al equipo de Marcelo Bielsa en la primera ronda del Mundial Corea-Japón 2002, Juan Sebastián Verón se convirtió en el chivo expiatorio de ese fracaso.
Pese a que el equipo jugó verdaderamente mal, y aunque otros jugadores de aquel plantel tuvieron sus peores partidos con la albiceleste, el actual presidente de Estudiantes de La Plata cargó sobre sus hombros con esa frustración colectiva, y se convirtió en el blanco de muchas hinchadas, que lo acusaron de haber jugado mal a propósito porque más tarde debía volver a participar de la Premier League, donde vestía la camiseta del Manchester United.
“Es gente que entiende poco de fútbol y se queda con 10 pases malos que diste en un partido”, explicó años después el ex capitán de la selección y multi campeón en Europa y América.
Pero todavía hay hinchas que continúan agrediendo al titular de Estudiantes, y en la previa al clásico de La Plata se conoció un inesperado reposteo de la senadora nacional Anabel Fernández Sagasti chicaneando a Verón.
Fue pésima actitud la de la legisladora, no solo por ofender a un deportista que representó a la Argentina con una pavada futbolera que no se sostiene con ningún argumento (solo basta con rever ese encuentro y comprobar la deplorable performance del resto del plantel), sino que ofende a la familia pincharrata, una institución de las más importantes del fútbol argentino, y agrega pimienta en la previa a un partido sensible en materia de seguridad.
Pero sobre todo, Fernández Sagasti debería mantener cierto decoro debido a su función, por la que recibe una cuantiosa suma de dinero que pagan todos, también los miles y miles que abrazan con pasión a Estudiantes de La Plata.