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Información General | 31 may 2020

Una cárcel en calle 1

El “Paso de los Libres”: el recuerdo de una increíble fuga en La Plata durante los años ‘30

Un grupo de presos construyó un túnel para huir de la Cárcel de Encausados, ubicada a metros de la cancha de Estudiantes. Trabajaron con herramientas sencillas durante meses. La galería tenía hasta luz eléctrica y tuvieron tiempo de dejar carteles burlándose de los guardias.


Por Marcelo Metayer, publicada en La Verdad Online

Se dice que debajo de las calles de La Plata corre una inextricable red de túneles con misteriosos propósitos. Lo cierto es que la inmensa mayoría de ellos pertenece, por ahora, al terreno de la leyenda urbana.

De los que sí existieron, uno de los más asombrosos, por su propósito y su construcción, fue el que hizo un grupo de presos con herramientas rudimentarias para fugarse de la cárcel que había en la avenida 1 entre 58 y 59, a escasos metros de la cancha de fútbol de Estudiantes.

El episodio ocurrió en 1932; el túnel, al que los felices exreclusos llamaron “Paso de los Libres”, hizo correr mucha tinta durante meses y terminó provocando el cierre de ese penal al revelar sus fallas de seguridad.

La historia

Nicolás Colombo es autor de “Misterios de la Ciudad de la Plata”, obra de investigación que ya lleva dos tomos publicados. Cuenta a DIB que todo empezó la mañana del 12 de septiembre de 1932. Ese día “Herminio Minoli, un mecánico que vivía justo frente a la Cárcel de Encausados, se levantó como siempre para ir a trabajar.

Durante la noche había oído ruidos, a los que les restó importancia porque pensó que era algún borrachín que andaba caminando por la calle haciendo “despiole”, y se había vuelto a dormir. Con el alba se levantó, desayunó, se cambió y se preparó para dirigirse a su taller, a dos cuadras de allí.

Pero cuando salió al patio, que daba a la calle, se encontró con una pila de tierra y un montón de ropa sucia. Tardó en reaccionar, hasta que se dio cuenta de que lo que estaba viendo era la salida de un túnel que daba justo en el jardín de su casa. Cruzó corriendo hasta el penal y avisó a los guardias que había habido una fuga”.

Los guardiacárceles se sorprendieron ante el frenético Minoli. Seguramente estarían tomando mate, confiados de que los presos a su cargo dormían pacíficamente en las celdas, porque así los habían visto en su última revisión. Enseguida fueron a mirar de nuevo y ahí estaban, tapados en sus camas. Pero cuando los sacudieron para despertarlos se llevaron un chasco: en realidad eran muñecos hechos con trapos. “Los presos hasta se habían cortado el cabello para ponerlo en la cabecera de los catres y engañar por completo a los guardias”, afirma Colombo.

La cuestión era que se les habían escabullido 33 presos y ya llevaban varias horas de ventaja. No eran precisamente tipos pacíficos: “Tenían causas por asesinato, por robo a mano armada, por violación”. Los fugados hasta habían tenido tiempo de dejar un cartel en la entrada del túnel que decía “Paso de los Libres”. Y en la celda, otra inscripción anunciaba “Se alqila (sic)”. Humor no les faltaba.

“Empezaron a registrar las celdas y vieron que debajo de una cama estaba escondida la entrada a un túnel. Un bombero que se metió a investigar dijo que el túnel tenía unos 90 metros de largo. Cruzaba por debajo del baño de la prisión, seguía bajo unas oficinas, salía a la calle y ahí encaraba directo hasta la casa Minoli, donde hicieron la salida”, continúa Colombo.

Obra planificada

El diario El Argentino publicó al día siguiente una extensa nota que incluía un diagrama del túnel. Ahí se nota que el pasaje no era recto, sino que su trazado tenía forma de una S alargada.

“Dentro del edificio de la cárcel el túnel era zigzagueante porque no sabían muy bien para dónde estaban yendo, recién cuando salen al nivel de la vereda había un pequeño ventiluz que daba a la calle y ahí pueden sacar la cabeza y ver hacia dónde tenía que apuntar el túnel para salir derecho hacia el patio de Minoli, que era el único que tenía un jardín en la vereda de enfrente. Por eso el túnel hace una curva y recién cuando llega a la vereda va derecho hacia la salida”, afirma el escritor, que investigó el caso en 2010 para su blog “Misterios de la Ciudad de La Plata”, que años después fue el germen de sus libros.

La excavación le llevó a los presos tres meses y tenía tanto esmero que cuesta creer que los guardias no se hubieran dado cuenta. “El túnel estaba iluminado, se habían colgado de la luz de la celda, habían hecho unos alambres todo tapado con brea con materiales para no electrocutarse. Se alumbraban por las noches, que era el momento en el que cavaban con palos con clavos en la punta que usaban a modo de picos. La tierra que extraían la metían en las bolsas de arpillera donde traían las verduras para la comida y luego llevaban esas bolsas al sótano. Al principio tiraban esa tierra en el caño de desagüe del baño, hasta que se tapó. Además, habían pergeñado un sistema de fuelles para renovar el aire”, cuenta el escritor.

No obstante la minuciosidad con la que había sido preparado el plan de evasión, “no habían preparado nada para después, y en los días siguientes los fueron recapturando”, reconoce Colombo, que añade: “A algunos los encontraron en Berisso o en Ensenada, donde habían ido al río, otros se fueron ido a visitar a un familiar. La Policía había avisado a las comisarías de los partidos de donde eran esas personas, porque tenían la idea de que se iban a volver a sus casas o a visitar a los padres o a la familia”.

De escuela a penal

Después de este cinematográfico episodio a pocos meses del cincuentenario de la ciudad, la cárcel duró pocos años más y terminó cerrando. Antes de ser la Penitenciaría, como se la llamaba coloquialmente, había sido una escuela de Artes y Oficios. La habían tenido que reformar para que cumpliera su nuevo propósito y de hecho las celdas eran aulas a las que habían agregado barrotes. Aunque albergaba presos de gran peligrosidad su seguridad dejaba mucho que desear y habían tenido varios intentos de fuga anteriores, sin éxito. Hoy funciona allí un anexo del Registro de las Personas y de la casa de Minoli no queda rastro.

Pero de la fuga sí quedó un testimonio notable, aunque hoy no se pueda contemplar. En ese sentido, finaliza Colombo: “En el Museo Policial de La Plata hay una maqueta del túnel, pero ahora no está en exhibición. Allí se ve un corte transversal de avenida 1 y del edificio de la cárcel. Se nota el túnel con todos sus recovecos, cómo se ventilaban para darse aire, para darle luz, cómo lo iban dirigiendo. Esa maqueta es todo lo que quedó del túnel de 1 y 59, del único túnel secreto de la ciudad cuya existencia está comprobada, del ‘Paso de los Libres’”.

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