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Opinión | 5 dic 2021

Latinoamérica voluntaria: una invitación a ser parte

Opinión


El 5 de diciembre se celebra el Día Internacional de los Voluntarios, invitando a los ciudadanos del mundo a reflexionar sobre la importancia de poner en práctica el servicio hacia los demás. Las tareas altruistas que se llevan a cabo en los distintos continentes demuestran que las personas poseen el poder de transformar el tejido social, acogiendo el valor de la empatía, la bondad y la generosidad, enriqueciendo a su vez el desarrollo interno de las sociedades. 

El accionar voluntario se ha propagado por todos los rincones del planeta, franqueando las barreras regionales y desplegándose como un auténtico estilo de vida para un sinnúmero de personas. La ayuda desinteresada hacia los demás, la atención a las necesidades de los más vulnerados y la incesante búsqueda por elevar la calidad de vida de la comunidad, se han instaurado como los principios fundamentales que abrazan con fuerza las organizaciones sociales y los movimientos humanitarios desplegados alrededor del mundo. 

Las actividades solidarias ofrecen un amplio abanico de herramientas para apaciguar la frágil realidad social que atraviesa a miles de personas en distintos escenarios coyunturales. Las formas de llevarlas a cabo pueden variar según las culturas, los idiomas y las problemáticas principales que atraviesan a cada una de las sociedades; sin embargo, los valores que infunde la ética del voluntariado resultan comunes a lo largo y a lo ancho del globo. Para sorpresa de muchos, América Latina se erige como una de las regiones con mayor trabajo voluntario en las últimas décadas. 

En la región sudamericana, existe un amplio espectro de organismos y entidades que enarbolan la bandera del servicio hacia los demás, buscando alcanzar el bienestar de las comunidades locales. Durante mucho tiempo, la ayuda colectiva en esta porción del continente estuvo especialmente abocada a paliar los desastres naturales, la pobreza y el hambre. Con el correr de los años, han surgido entidades con otras propuestas sociales que tomaron distintos caminos para alcanzar la transformación social, brindándole un nuevo sentido al accionar voluntario. 

El trabajo colaborativo en causas ecológicas y sociales se ha convertido en el eje vertebrador de varias actividades voluntarias de nuestros días.  Son jóvenes y adultos, laicos y religiosos, quienes prestan su ayuda a un desconocido, buscando transformar su calidad de vida, sin esperar ninguna retribución económica a cambio. 

Los voluntarios materializan su deseo de ayudar a los demás a través de distintas acciones humanitarias que no sólo generan un bienestar en el beneficiario, sino también en quienes las realizan, mejorando ampliamente su estima.

La motivación para participar de las actividades puede presentar múltiples aristas ya que cada persona involucrada le encuentra un valor particular a la labor comunitaria que lleva adelante. Sin embargo, la razón que los inspira resultan comunes a todos: el interés por tenderle una mano a un tercero, sin ser indiferente a la realidad que lo rodea

Son las organizaciones sociales las que han logrado detectar la enorme necesidad de impulsar un accionar voluntario en la región pues no sólo han visto las incontables situaciones de vulnerabilidad en la que se hallan insertos una extensa porción de los pueblos latinos; sino que también han descubierto el gran interés que revela una amplia parte de la sociedad por ayudar a un tercero. Al unir ambos polos, como una suerte de oferta y demanda generada en torno a la actividad voluntaria, las entidades consiguieron que aquellos actores sociales más desfavorecidos pudiesen entrar en contacto con quienes presentan el deseo de colaborar con un proyecto social y efectivamente se involucran en ello.

Entre ellas, se distingue Huellas, una organización social de la República Argentina que propaga el valor de la solidaridad, proponiendo un voluntariado distinto. Abocada a la dedicación por el otro, la ONG Huellas propicia el alegre encuentro entre jóvenes voluntarios, niños y adultos mayores a través de la realización de actividades recreativas. 

En su búsqueda por convertir a los ancianos y pequeños en agentes activos de la sociedad, la organización les brinda la posibilidad de participar en causas solidarias, teniendo un papel fundamental al interior de éstas: ser ellos mismos los voluntarios del proyecto. De este modo, la entidad les ofrece la oportunidad de ayudar a un tercero desde su propio lugar, dejando una huella en la vida de otros. 

Esta organización arroja luz sobre una alternativa solidaria pocas veces contemplada: propone que no sólo los jóvenes y adultos realicen una labor humanitaria, sino que también los niños y las personas de tercera edad en situación de vulnerabilidad, puedan involucrarse en una causa social y sentirse capaces de colaborar con quienes lo necesitan. Estos héroes sin capa, que se atreven a trasladar su amor y servicio en acciones, se erigen como una constante inspiración para la ciudadanía argentina y latinoamericana. 

Las organizaciones sociales y movimientos humanitarios del Cono Sur envuelven el principio de la solidaridad y la entrega, acogiendo un sentido de comunidad. A su vez, éstas sientan las bases para alcanzar una sociedad que adquiera la práctica de hacer algo por el otro, sin esperar a cambio ninguna retribución material. Para mejorar la vida de los demás no hace falta que se tenga algo para dar en el bolsillo, tan solo ganas de ayudar a quienes lo necesitan. 

Las personas voluntarias son verdaderos actores sociales que prestan una porción de su tiempo para ponerlo al servicio de terceros y de toda la comunidad. Son adolescentes y adultos, mujeres y hombres, que contribuyen al bien común a través de diversas tareas solidarias, abrazando la importancia de sembrar un espíritu empático y colaborativo entre los ciudadanos.

El compromiso activo y constante en las tareas voluntarias ha ido creciendo con el pasar de los años, pero aún queda un extenso camino por recorrer. El sentimiento de comunidad que siempre ha caracterizado a latinos, demuestra que el accionar voluntario no se reserva tan sólo para jóvenes y adultos, sino que también puede ser puesto en práctica por las personas de tercera edad, quienes conservan intacta la esencia pura y desinteresada de ayudar al prójimo. 

En el Día Internacional de los Voluntarios resulta imprescindible recalcar la significativa presencia y potencial que poseen las innumerables actividades voluntarias en la región, logrando transformar la realidad de muchas personas. El gran motor del cambio social son los voluntarios, quienes dan su tiempo para transformar la realidad de otro. Es aquel gesto sincero y afectuoso el que trasciende las fronteras socio-culturales, etarias, políticas y económicas, actuando como un verdadero ejemplo. Latinoamérica nos invita a reparar en la realidad que nos rodea, trabajando una mirada atenta y solidaria hacia los demás, que actúa como un rayo de luz en las sociedades de nuestro tiempo. 

ONG Huellas

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