jueves 31 de octubre de 2024 - Edición Nº -2157

Información General | 19 sep 2017

Un pueblo marcado por los contrastes

El Bolsón en tiempos de cólera, de Gendarmería, y de la desaparición de Santiago Maldonado

La desaparición de Santiago Maldonado analizada para Info BLANCO SOBRE NEGRO desde la Patagonia Norte. Por Diego Rodríguez, periodista de FM Libertad.


Por la dinámica propia del desarrollo de los acontecimientos, militantes partidarios, sociales y de derechos humanos por un lado, y NyCs (nacidos y criados en el pueblo) junto a militantes de otros partidos por el otro, contraponen visiones y opiniones en la vida cotidiana de El Bolsón, en un caso que genera fuertes diferencias.

Como se sabe, hablamos de una pequeña ciudad en constante crecimiento y desarrollo turístico, alejado de las grandes urbes, conocido por sus historias de hippies de los 60-70, sus paisajes, su feria y una vida bohemia. Ahora ocupa la centralidad informativa por la cercanía al Lof Cushamen, donde desapareció el 1 de agosto Santiago Maldonado.

El mismo día que se realizó lagran marcha pacífica en Buenos Aires al cumplirse un mes de la desaparición (que finalizó con una fuerte represión, con aparentes infiltrados y detenciones llenas de irregularidades), en El Bolsón se realizaba también una numerosísima marcha de más de 4 mil personas que terminó frente al escuadrón de gendarmería y en la que quedó demostrado con videos, fotografías y testimonios que 3 ó 4 infiltrados intentaron hacer desmanes, usando (mal) molotovs “de las de antes” con una impericia manifiesta.

El sábado pasado, teniendo es cuenta estos hechos, las organizaciones políticas y sociales del pueblo organizaron una vigilia en la Plaza del centro del pueblo y no frente al escuadrón, a fin de evitar que, una vez más, infiltrados empañaran otra manifestación pacífica, donde participaron muchísimos vecinos.

Pero estas numerosísimas manifestaciones no atenúan los contrastes. La misma famosa grieta que se manifiesta en todo el país, en este pueblo chico y tan cercano al “lugar de los hechos” ( de muchos “hechos”: las reivindicaciones del pueblo Mapuche, Lewis y su lago Escondido, tomas de tierras, y ahora la desaparición forzada de Santiago, entre otros) se ve especialmente amplificada. En El Bolsón, como en general en toda la patagonia, ser mapuche o tehuelche era algo que se escondía, que nadie se animaba a decir. Años de persecución, de negación del idioma y las costumbres hicieron que aquellos que tenían raíces indígenas lo escondieran.

Hace 30 ó 40 años, en el barrio o la escuela, era un insulto común tratar de “indio de mierda” a un chico de familia humilde, y nadie lo cuestionaba. Menos el insultado, la víctima de la persistente y habitual discriminación.

Luego de que volviera la democracia en el año 1983, muy lentamente y como consecuencia de las luchas de los pueblos originarios de todo el país, la comunidad mapuche en especial se fue haciendo fuerte en sus manifestaciones, en su reafirmación como pueblo y en el reclamo de sus derechos.

Pobladores que todos considerábamos “criollos” comenzaron a reafirmarse en su condición de mapuches y surgieron reclamos de recuperación de territorios que antiguamente ocuparon quienes vivían en zonas urbanas.

Empezaron a conformar grupos reinvindicativos que apoyaban esos reclamos, a confrontar con la inercia de una sociedad que siempre los tomó como individuos pasivos (no como grupos, y menos como integrantes de un pueblo). Esta situación en constante cambio sigue suscitando divisiones, diferencias y confrontaciones aún con gente del pueblo, pobres o trabajadores no mapuches que no comprenden o no comparten estos cambios.

Estas dos visiones encontradas se escuchan, se sienten en el supermercado, en los asados o en la calle.

A grandes razgos tenemos por un lado la parte “chick” del pueblo, pequeños empresarios, nuevos ricos y, llamativamente, muchos NyCs que ven a los mapuches como “vagos” o “avivados que quieren reclamar tierras que no les corresponden” y a Santiago Maldonado como exponente de “quienes les meten ideas foráneas a los mismos mapuches”.

Y por otro lado vecinos “progres”, feriantes, artesanos, militantes ambientalistas, de derechos humanos, anarquistas y militantes sociales.

Entre ambos espacios tomados como un todo, en relación a este tema parece haber un abismo (este cronista lo pudo observar en el marco de la cobertura que viene haciendo del caso que tiene en vilo a la Argentina toda).

Abismo que puede leerse en dos testimonios recabados en el día de ayer, en momentos previos a la vigilia. Dialogamos con Fernando, un hombre de 45 años, nacido en El Bolsón, empleado público, enojado en general con “los políticos” y especialmente con el intendente Bruno Pogliano (36 años, Juntos Somos Río Negro) y con el Gobernador Alberto Weretilneck.

Fernando es hijo de criollos, con evidentes raíces indígenas que no quiere ni muestra interés en conocer, y se refiere a tema así:

“Lo primero que me jode es que Bolsón sea noticia por esto. Obvio que cualquiera quiere que Maldonado aparezca. ¿Pero por qué tenemos que creer lo que dicen lo mapuches? Si además sabemos que son un grupo violento, que ahora se hacen los mapuches y tomaron esas tierras pero todos sabemos que son de Bariloche, de Chile, de los barrios de ahí… Nosotros laburamos todos los días y desde mi trabajo conozco muchos de esos que ahora se hacen los mapuches para tener tierras pero que antes muchos eran vagos y vivían en una casita como uno. O a lo sumo alguno vivía en el campo. Pero era uno más de ahí, hasta el apellido es de acá, no mapuche".

“Y a Maldonado no lo conocí (siguió diciéndole a este periodista) dicen que andaba por la feria. Debe ser uno más de esos que vienen acá, están un tiempito, algunos compran algún terreno y se hacen los defensores del bosque, del agua, de los mapuches, de lo de acá como si conocieran o estuvieran desde siempre, otros toman una tierra como en Loma del Medio (reserva municipal que fue tomada hace unos 5 años)".

Pero también pudimos dialogar con María, de 42 años, empleada que vive en El Bolsón desde hace 20 años y es militante de un organismo de derechos humanos y activa participante de los reclamos de aparición con vida de Santiago:

“Está tan claro que a Santiago lo mató un gendarme… Claro que puede no haber sido pensado antes, no sé. Pero que lo mataron y después deben haber escondido el cuerpo es algo tan claro… Acá todo el pueblo está pidiendo la aparición de Santiago (bah, al intendente y a algunos de sus amigos la verdad que ni les interesa). Y no sólo el Juez es un trucho que ahora vuelve a la idea de que se ahogó, no sólo estuvo un funcionario del Ministerio de Seguridad coordinando todo, sino que los testigos que personalmente escuché son clarísimos en lo que pasó y lo que vieron esos días. Dan vergüenza las excusas, todas distintas, que ponen el juez y el gobierno y que cambian todos los días”.

Durante todo el domingo vimos pasar autos y camionetas de las distintas fuerzas y se suponía que algo violento podía suceder.

Ayer nos enteramos de que hubo un operativo impresionante para buscar el cuerpo de Santiago Maldonado en el Río Chubut, acorde a la nueva hipótesis de trabajo del Juez.

Y a cada minuto, con cada novedad, esta comunidad de El Bolsón, con sus matices, sus claroscuros y su diversidad étnica y política (y por supuesto, idiosincrática) va acostumbrándose a las imágenes de autos militares y policiales, sirenas, policías militarizados, helicópteros y armas, demasiadas armas.

Paradójicamente, en un valle tranquilo y que se ufanó de su pacifismo ya desde sus orígenes. En la plaza central todavía reza, sobre una tabla de madera, la leyenda: “El Bolsón, primer municipio no nuclear”, en referencia a una de las ordenanzas municipales de marcado tinte pacifista que le dieron al pueblo una fisonomía que, quizá, tarde mucho en volver a ser igual.

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