viernes 26 de abril de 2024 - Edición Nº -1969

Información General | 16 ene 2023

Thomsen lloró y pidió perdón, dijo que estaba borracho y que no tuvo "intenciones de matar a alguien”

Declaró por el crimen de Fernando Báez Sosa. Desarrolló un relato inverosímil según el cual los victimarios fueron víctimas, y viceversa. Dice que a uno de los rugbiers los atacaban entre "muchos" y fue a defenderlo.


En la tercera semana del juicio, hoy declararon personas vinculadas a los rugbiers y también los acusados, entre ellos Máximo Thomsen. 

Después de la madre de Blas Cinalli, Thomsen pidió declarar y habló por primera vez dese el día del crimen. 

Mientras lloraba dijo: “Quiero pedir disculpas porque jamás en la vida se me hubiese ocurrido tener intenciones de matar a alguien”.

“Escuche cosas sobre mí, años, cosas que no reconocía. Hablaban con tanto odio que me hacían doler muchísimo”, agregó y confesó: “No puedo más. No puedo seguir sobrellevando esto, cada día es peor”.

 

Recuerdo de la muerte

En su declaración, el principal sospechoso de haber asestado el golpe mortal a Fernando Báez Sosa relató: “Ese día nos levantamos a las 13:00. Después de que la noche anterior quisimos salir y no pudimos. Nos habíamos levantado con ganas de divertirnos, por todo lo que nos habíamos esforzado”.

Después aclaró que fueron a un sitio donde había promociones: “A uno de los chicos le gustaba el artista que tocaba en Le Brique y por eso decidimos ir ahí. Fuimos a la playa con dos heladeras con bebidas y nos pusimos a tomar, pusimos música y cuando se estaba haciendo de noche, ya estábamos medios mamados”.

Y continuó: “Dijimos 'vamos a comprar la entrada ahora' y compré las 10 entradas. Uno de los chicos había organizado para ir a la casa de una compañera. Llegamos a la casa, comimos y nos empezamos a preparar para la previa. Había mucha gente de Zárate”, agregó.

“Empezamos a tomar y como a las 3.30, 4 de la madrugada decidimos ir (a Le Brique) para poder ya entrar. Yo fui el primero que entré y fuimos directo a la barra a cambiar la consumición que venía con la entrada. Llegamos a la barra y nos quedamos ahí. Estaba tomando con uno de los chicos y estábamos conociendo a una chica, estábamos organizando para hacer una previa con ella al día siguiente. Había tanta gente que se te volcaba el vaso, así que me puse contra la barra y cubría a mi amigo y la chica”, contó.

Según Thomsen, cuando estaba en la barra escuchó a alguien que decía: “Basta de empujar, por favor” y respondió: “Estamos todos en la misma, no nos podemos mover”. Según el rugbier, en ese momento un amigo le tocó la espalda y al darse vuelta notó que tenía un chichón en la cara. 

 “De repente un 'seguridad' lo estaba levantando y le pido que lo deje. El seguridad también me pidió a mí que me fuera. Yo me pongo a preguntar por qué me quieren sacar, si no hice nada. Alguien, de repente, me empieza a asfixiar con una presión y me rendí porque sabía que no podía zafarme”. También aseguró que cuando salía por el pasillo de la cocina  le pegaron dos piñas en una costilla.

Cuando estaba fuera de Le Brique, según el relato del acusado, fue caminando hacia donde estaban sentados sus amigos y vio que uno de ellos se estaba por meter en una ronda de gente que no conocía: “Cuando veo eso, dije ‘se van a pelear’”, continuó. "Apenas me meto para sacarlo me pegan una piña en la cara y así reaccione pegando patadas, pero jamás en la vida lo hice con intención de matar a alguien”.

 “Dicen que yo organicé, que soy líder y yo me metí a pelear porque vi que era una persona contra muchos. Era una ronda y mi amigo solo”, dijo Thomsen.

En resumen, el llanto del presunto asesino fue una suerte de introducción al desarrollo de un relato inverosímil según el cual los victimarios fueron víctimas, y viceversa. 

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