

Entrevistada por la Revista Seúl, la doctora en Ciencias Sociales por la Universidad Complutense de Madrid y profesora de la Universidad Federal de São Paulo Esther Solano, cree que la Argentina todavía tiene una "bala de plata" para evitar la victoria de Javier Milei en las próximas elecciones generales. Según la investigadora, radica en "que la derecha democrática aún es competitiva electoralmente".
"Sabíamos que iba a suceder", dijo Solano sobre el triunfo de Milei el domingo pasado. Y explicó por qué vaticinaban ese resultado: "Estos fenómenos, estos outsiders –y permíteme que hable en plural, porque es un fenómeno global, esto ya lo sabemos– pasan muy por debajo del radar de las encuestas. Lo que hemos aprendido en estos últimos años es que hay una limitación metodológica muy clara en nuestras encuestas clásicas. Esa es la primera cuestión". Y agregó: "Ponemos un poco en tela de juicio toda la metodología de la encuesta clásica y empezamos a escarbar por abajo. Yo soy investigadora de opinión pública pero soy cualitativa, hago entrevistas en profundidad a la gente. Y hemos aprendido en estos últimos años que implementar nuevas metodologías, como la escucha más atenta de la población, nos puede dar un norte y un sentido más fino de por dónde va un país. Eso fue lo que aprendimos con Bolsonaro: que algunas metodologías de escucha más atenta nos llevaban a escenarios que luego se acercaron mucho más que simplemente la metodología cuantitativa. Es un fenómeno parecido: ellos están por debajo del radar, las encuestas no los captan porque es un voto antisistémico. No solo antipolítico: antisistémico. Ese voto antisistémico no hay como capturarlo si no es con la escucha atenta y cuidadosa que no te dan simplemente los grandes datos y los grandes números.
Consultada sobre las causas que "transforman en inevitables estas grandes olas, estos candidatos", la investigadora respondió: "Porque radiografían, mapean y entienden muy bien el malestar, el resentimiento, la frustración, la ira, el enfado. Eso es inherente a la situación en la que muchos países están ahora mismo. Combinas los escenarios donde los outsiders han tenido más potencia (Estados Unidos, por supuesto Brasil, Hungría, Italia y ahora Argentina) y ves un denominador común: una inmensa frustración, un intenso malestar. El resentimiento es un factor muy poderoso. Entonces, son todos afectos comunes, afectos negativos, que tienen otra cosa en común: además de ser negativos, son muy movilizadores. Son efectos muy políticos. La rabia es un enorme movilizador común y es un afecto que te empodera. ¿Qué han sabido hacer estos personajes? Han sabido radiografiar muy bien la rabia presente, sus causas, y saben que la rabia se politiza y se electoraliza de una forma relativamente fácil".
¿Y cómo enfrentar esta "nueva derecha"?
Según Esther Solano, antes que nada hay que tener "mucha cautela".
"Estos outsiders movilizan las placas tectónicas sociopolíticas de un país. Por eso el primer paso es tener cautela y aprender cuestiones que no sabemos y desaprender otras. Para eso se necesita un poco de tiempo y reflexión. Esa para mí es la primera cuestión, porque no conocemos el fenómeno con la profundidad con la que se nos exige actuar en este momento", afirmó.
Además, la entrevistada señaló que considera que "hay tres cuestiones fundamentales". Y explicó: "Lo primero es no menospreciar el fenómeno. Hay una tendencia clara del campo tradicional político a menospreciar a estos personajes como si fueran personajes transitorios, personajes vacíos, huecos, simplemente performáticos, cuando sabemos que no son así. Sí son personajes performáticos, pero que conectan profundamente con historias, biografías y afectos que son muy estructurantes en la sociedad. Entonces no se los debe menospreciar ni mucho menos: hay que tomar el fenómeno en serio".
"El segundo punto (que fue un error cometido en Brasil en 2018) fue tender a la caricatura, al folclore, reducir a Bolsonaro –como se puede pensar ahora en Milei– a un fenómeno folclórico, de caricatura, jugarlo todo a los memes, a reírnos de ellos. Eso fue un error enorme porque no es caricatura y no es folclore: es un fenómeno muy profundo. Y porque si caricaturizas a Bolsonaro o a Milei, lo que estás haciendo es caricaturizar a su votante. Si tú dices que Bolsonaro y Milei son simplemente fenómenos idiotas, indirectamente estás llamando a sus votantes idiotas o burros o ignorantes. Para mí eso es una cuestión totalmente prohibida como estrategia", agregó la doctora en Ciencias Sociales.
Además, mencionó lo que llamó "el tercer elemento" a tener en cuenta para tener una visión acabada de este tipo de fenómenos políticos, y que consideró "mucho más complejo".
"No podemos pretender que sabemos lo que la gente piensa. Hay que escucharla, pero escuchar cuidadosamente, atentamente, de forma sofisticada, de forma empática, de forma acogedora incluso. Un error en Brasil fue que en 2018 (en 2022 se cambió un poco la fórmula) se rotuló demasiado. 'Al que vota a Bolsonaro no tengo por qué escucharlo', 'no quiero escuchar lo que dice, no tiene razones', 'no tiene capacidad de razonamiento, no tengo por qué escucharlo'. Se bloqueó el diálogo y se bloqueó la escucha y lo que justamente te proponen estos sujetos, estos outsiders, es que más que nunca es necesario hacer una escucha muy atenta, pero también muy acogedora, reflexiva, muy empática y muy cuidadosa".
Sobre "el miedo" como política, o las llamadas "campañas de miedo", la investigadora reflexionó: "El miedo es un afecto muy poderoso, no podemos soltarlo. Hay que apelar a un miedo, pero a un miedo estratégico. ¿Cuál es el miedo que yo creo que funciona siempre? Estos personajes son muy libidinales: forman lazos de pasión, de libido. ¿Cuáles son las potencias? Primero, la rabia. La rabia es una potencia brutal. Pero luego hay una especie de enamoramiento con estos personajes. ¿Por qué? Porque recuperan algo que la gente ha perdido en su día a día que es la pasión, la pasión por ser alguien, la pasión por que te vean. Ven lo que piensa la gente: “Entiende mi rabia, y yo soy invisible para la política tradicional”. Entonces hay una cosa muy fuerte de que yo estoy siendo visto, me están entendiendo, alguien me está escuchando.
Luego añadió: "Eso lleva a un empoderamiento muy fuerte. La gente se siente vista, la gente siente que pertenece a un grupo, a un movimiento, a una onda, a un tsunami prácticamente. Es un fenómeno como cuando estás enamorado. ¿Qué te pasa cuando estás enamorado? Te sientes invencible. Tienes un chute dopamínico y en ese momento lo que haces es la recompensa inmediata: te sientes invencible, todopoderoso y no atiendes a ninguna razón. Tú lo que quieres es dar lugar a esa dopamina y ya está. Entonces, claro, cuando tu madre o tu padre te avisa que la relación en la que estás es tóxica, tú no quieres escucharlos, porque tú quieres celebrar y repetir ese chute dopamínico. Entonces, claro, no podemos ser la madre o el padre que desde la autoridad le avisa y le quiere meter miedo a la gente. Hay que imponer un chute de realidad, es muy importante hacerlo, pero no desde la autoridad sino desde el afecto, desde la acogida".
Sobre el final de la entrevista, la doctora en Ciencias Sociales española y radicada en Brasil fue consultada si existen "datos de outsiders que surgieron pero perdieron las elecciones".
Solano respondió: "Bueno, mira, te voy a dar el fenómeno español, del que yo estoy muy próximo, yo soy española: Vox. Vox tiene un discurso muy parecido. Una cosa que estamos viendo claramente es la internacionalización de las tácticas, de la estrategia, la internacionalización discursiva y comunicativa. ¿Por qué Vox no consiguió ganar las elecciones? Hay una cosa que para mí es fundamental, que es una derecha tradicional [el Partido Popular] que estaba fuerte y que estaba robusta, eso es muy importante, que consiguió hacer un trasvase de los votos de Vox a los votos de esa derecha. En el momento en que Vox empezó a deslumbrar, pensando que iba a ser gobierno y empezó a colocar en la mesa su programa patente, radical y sin sentido para muchos ciudadanos, el PP lo aprovechó. Igual yo creo que hay una cuestión: cuando la derecha tradicional, civilizada, democrática se aproxima demasiado a estos outsiders, cuidado. Porque ¿al final qué pasa? La gente prefiere al original frente a la copia. Eso sería un grave error. Si la derecha civilizada intenta asumir parte del discurso de los outsiders, cuidado porque la gente lo nota. La gente nota quién es el original y quién es la copia.
Y finalizó: "Pero cuando esa derecha consigue ser un muro de contención y consigue decirle a la gente 'yo soy la estabilidad, yo soy el futuro, yo soy lo concreto”, ahí cede un poco ese radicalismo, creo que ahí puede ir un poco la cuestión. La gente en España tuvo miedo concreto de lo que podía hacer Vox y votó a una derecha tradicional y democrática. Ahora, ¿cómo inculcar ese miedo sin que salga el tiro por la culata? Tienes que inculcar un cierto miedo al caos, al desastre y la irresponsabilidad, pero sin que la gente se sienta ofendida o que sea un miedo excesivamente grande para que la gente no te tome en serio. Hay que calibrar bien el porcentaje de miedo, la dosis del miedo a Milei".