

Por: Federico García
30 de octubre de 1983. Raúl Alfonsín ganaba las elecciones presidenciales y resultaba electo el primer presidente del retorno a la democracia, tras siete años de dictadura.
En La Plata la gente festejaba y arrojaba papelitos al aire, que terminaban en la vereda de la avenida 7. A la altura del número 777 de dicha arteria se encontraban reunidos en la famosa Casa Delmar socios del Club Gimnasia y Esgrima para cerrar lo que sería la lista de unidad de cara a la próxima asamblea en la entidad platense, un armado que llevaba a Héctor “Cacho” Delmar como presidente.
“Antes de las elecciones se firmaron las bases de la unidad gimnasista y uno de los puntos decía que el presidente no debía tener experiencia política dentro del club. Aparecieron cinco nombres con ese perfil, y cuando se bajó el primero lo fueron a buscar a Cacho para convencerlo. Costó pero finalmente se dio”, relató a Info Blanco Sobre Negro el periodista Gabriel López, autor de un reciente libro sobre el empresario.
Según López, la presencia de René Favaloro fue importante en esos días de dudas. Se debatía sobre si asumir o no el desafío. Delmar mantenía una relación de amistad con el médico cirujano que había comenzado, en primer lugar, por un vínculo con el hermano del ex presidente del Lobo, Alberto “Tito” Delmar, médico y compañero del nacido en El Mondongo durante su paso por la Universidad.
Justamente, fue con Alberto con quien Héctor entró por primera vez, también de la mano de su padre, al club tripero. Y lo hizo para ingresar a la colonia de vacaciones.
Tiempo después también integraría el equipo de básquet de la institución como wing derecho. En un primer momento jugó en la liga porteña y luego pasó a hacerlo en la platense, donde lo hacía en una cancha descubierta.
Además, el destacado vecino de la capital bonaerense también sería parte de un mítico equipo del Club Círculo Tolosano llamado “el equipo de los gordos”, campeones durante cinco años consecutivos, aunque “Cacho” no jugó los cinco, ya que se vio obligado a retirarse cuando el padre enfermó y tuvo que acompañarlo en el comienzo de un nuevo proyecto: Tienda Delmar.
Según le contó el autor de “Delmar, el caballero del fútbol” a este medio, antes de abrir la tienda el padre del ex presidente tripero vendía radios y tocadiscos en Ensenada y, con el nacimiento de su hija más chica, pasó a llevar adelante el negocio en la diagonal 80.
Con la llegada de la televisión, y aconsejado por sus amigos españoles, Julio Delmar, un inmigrante español, decidió cambiar de ramo laboral y fundar la tradicional casa de ropas que vistió a generaciones de platenses. Desde el primer día de la empresa, Hector Delmar estuvo al frente, de la manera que lo hizo en cinco oportunidades en Gimnasia.
Habiendo asumido como presidente del Lobo la primera vez, el empresario manifestaba que el club, que hacía cinco años jugaba en la segunda categoría, debía ascender durante el primer año de su mandato. Y para eso comenzó con la búsqueda de un técnico, tarea de la que participó el expresidente de la Asociación del Fútbol Argentino (AFA), Julio Humberto Grondona.
Después de un tiempo, se terminó definiendo que el nuevo técnico sea Nito Veiga, que venía de ser subcampeón con Independiente durante dos años seguidos y con quien el 30 de diciembre del '84 Gimnasia volvió a primera división tras ganarla la final del octogonal a Racing.
El plantel de Gimnasia durante el viaje a Japón luego de ganar la Copa Centenario
No obstante, según cuenta López en su libro, hubo otro que estuvo a punto de ser y hasta fue presentado en los medios. Fue el caso de Roberto “Pipo” Ferreiro, que no asumió porque el presidente del Club Morón no lo dejó ir.
“Entre la gente que lo conoció todos coinciden en una misma virtud de Cacho, el dejar hacer, confiar, en dar por seguro que hablando entre todos y dándole la posta al que más sabe en cada área se podía llevar adelante el proyecto del club”, sostuvo López , y comentó una anécdota que describe la humanidad del dirigente.
Delmar y Grondona con la Copa Centenario del año 1993
“No era de pelear, se interesaba en la salud de la gente. Una vez se enteró en los pasillos de la AFA que el árbitro Juan Carlos Loustau estaba pasando por un muy mal momento anímico porque la mujer estaba mal de salud ya que ningún médico le podía encontrar la vuelta a la infección que había tenido. Al enterarse fue al colegio de árbitros y le dijo que estaba enterado y que ponía a disposición a René Favaloro para tratar de encontrar la solución. Tiempo después, el médico llamó al referí y su esposa para recomendarles un especialista”, detalló el periodista y biógrafo de Delmar.
Durante el Mundial 86 Delmar estaba al frente de la Comisión de Relaciones Internacionales y, durante su estadía en el país donde Argentina se coronó campeón mundial por segunda vez en su historia, conoció a Joao Havelange al que invitó al centenario de Gimnasia y también se encontró con Griguol, que venía de salir dos veces campeón con Ferro, y su mujer.
“Fue el prólogo de una situación que iba a marcar en el futuro un cambio de mentalidad en el fútbol de Gimnasia”, afirmó López a este medio.
“Cuando lo llamaron a Griguol para reemplazar a Roberto Perfumo, Timoteo supo apreciar el don de gente de Delmar pero tenían que cerrar un montón de cuestiones. Una de las personas en las que se apoyó Delmar para tomar la decisión fue en Favaloro, porque el técnico se hacía chequeos médicos en el hospital Güemes donde lo atendía Favaloro, y en Grondona”, recordó el periodista.
“Grondona lo tuvo muy bien considerado a Cacho y viceversa, y con Griguol pasó lo mismo que con Veiga. Grondona le dio un concejo e incluso le dijo que si había un problema de dinero la AFA saldría de garante”, añadió López.
Por último, el autor de “Delmar, el caballero del fútbol” catalogó al empresario de “optimista”, y eso fue lo que lo motivó a involucrarse en un nuevo desafío cuando decidió ir nuevamente por la presidencia de Gimnasia.
“En octubre del 2010, Cacho anunció que quería conducir el club, y cuando muchos pensaban que no estaba en condiciones, el optimismo y los contactos que el sabía que tenía lo llevaron a activar el plan. Desde su histórica agrupación Azul y Blanca Rene Favaloro pergeñó el operativo retorno ya sin sus viejos amigos que lo habían acompañado en el '80, pero con el espíritu valiente que tenía, terminó ganando con un record absoluto en las 33 mesas de votación con un 64 por ciento”, resaltó López, y agregó que Delmar, cuidado por su hija hasta el último día, murió en su cama leyendo el libro “Favaloro, el gran operador”, de Pablo Morosi, el editor del libro de López sobre la vida del empresario.
“Quince días de su partida me tuvo en su pieza y le dije que venía bien encaminado y me agradeció”, concluýó el cronista.