jueves 25 de abril de 2024 - Edición Nº -1968

Información General | 26 may 2021

Encierro, mitos y torturas

Un repaso sobre la locura, los manicomios y el imaginario social en la ciudad de La Plata, la iluminada

Dardo Rocha y su hospital “barraca”.


     
Por Federico García @federicogarciaps_lp 
  “Aquello no es hospital, hospicio, manicomio ni colonia, es sencillamente un depósito de locos donde no se lleva tratamiento alguno, no puede seguirse una medicación dada o apropiada. Allí no hay clasificaciones patológicas, no existen separados sino los sexos (…) Es tan malo y tan rudimentario aquello, que puede decirse estamos retardados más de un siglo, dando a los locos el abrigo, la vida material pero no el tratamiento, que ni se ha ensayado. Aquí se recogen los locos, pero no se curan”, aseguró el médico Alejandro Korn en el año 1896. Describió esa espeluznante situación en un informe que entregó al Ministerio del Interior sobre el Hospital General de la Provincia de Buenos Aires para Enfermos Mentales ubicado en la localidad de Melchor Romero, partido de La Plata. Actualmente dicho hospital lleva su  nombre y fue el más grande de Sudamérica a mediados del siglo pasado.  

Al encuentro de los dioses y de los alienistas

En épocas remotas la locura era concebida como obra de entes sobrenaturales que se introducían en el cuerpo para perturbar el alma. Durante más de un milenio los enfermos mentales fueron considerados poseídos por el diablo, o por malos espíritus, o por brujos o maestros de hechicería, según contó Rosa Falcone en “Historia de las Instituciones Psiquiátricas”. El Licenciado en Psicología, profesor adjunto de Psicología Forense, y Decano de la Facultad de Psicología de la Universidad Nacional de La Plata (UNLP), Xavier Oñativia, señaló en diálogo con Info Blanco Sobre Negro que “la locura fue considerada como un contacto con los dioses”, y que "el loco tenía alguna conexión con ellos”. Hasta el siglo XIX los enfermos mentales estaban al cuidado de sus familias, deambulaban solos por las calles o eran recluidos en instituciones no preparadas para darles el tratamiento adecuado, como iglesias y cárceles, señalaron el año pasado las investigadoras Virginia Barone y María Laura Diez. “Conforme pasó el tiempo y se adviene el modelo mercantilista, y más tarde la irrupción del capitalismo, el loco (como se lo mencionaba en aquella época) pasó a ser encerrado, con cadenas en un primer momento. En esa época había un alienista (de ahí el nombre de alienado) que es el que empezó a trabajar con los alienados. Una figura muy destacada en ese plano fue Philippe Pinel, que pasó a la historia por quitarle las cadenas a los internados”, recordó Oñativia. La figura del alienista tenía que tener una fuerte presencia que pudiera incidir en la moral de la persona que tenía un supuesto padecimiento mental. De esa forma podía inducirlo a una mejora. Se apostaba mucho a las cualidades morales y personales del alienista. “Con la llegada de la Revolución Francesa, y el cambio de valores respecto al sistema feudal, tuvo lugar lo que Michel Foucault denominó el gran encierro, cuando institucionalizaron a todas las personas pobres, a las prostitutas, a los alcohólicos, y a todo aquel que no encajaba en el nuevo orden social. Se los encerró en instituciones que son herederas del Hospital, vocablo que viene de hospedar. Se fue transformando en un lugar donde se encerraba a todo lo que no encajaba en la comunidad”, explicó Oñativia. El término “mala vida” fue utilizado por primera vez en Argentina en la Revista “Archivos de Psiquiatría, Criminología, Medicina Legal y Ciencias Afines”, fundada por José Ingenieros y Francisco de Vieyga en 1902. Hacía referencia a “las “anomalías” del individuo que no era calificado ni como delincuente ni como alienado, sino eventualmente peligroso en función de sus imperfecciones, rarezas o rasgos particulares. Dentro de la amplia variedad de conductas propias de la “mala vida” se encontraban la prostitución, la vagancia, y los pequeños “ilegalismos” de bienes (robos y hurtos) , entre otras.       Dardo Rocha y su hospital “barraca” La construcción del Hospital Interzonal de Agudos y Crónicos “Alejandro Korn” fue aprobada en 1883 por la Cámara de Senadores de la provincia de Buenos Aires con  el estilo de un Hospital “tipo barraca”. Y fue presentado el 6 de abril de 1884 durante el gobierno de Dardo Rocha, fundador de La Plata. Los primeros 30 pacientes de dicho Hospital fueron derivados desde el Hospicio de las Mercedes (actual Hospital Borda de Capital Federal). Su primer director fue Juan Aguilar. El estilo de construcción “de barraca” era un sistema en auge en aquella época. Se basaba en la construcción de diferentes dependencias en madera que luego se quemarían para evitar la propagación de las enfermedades infecciosas. Otro de los establecimientos psiquiátricos de La Plata es el Hospital Especializado en Salud Mental “José Ingenieros”, ubicado en 161 y 514 y fundado en noviembre de 1956. Se dedica al tratamiento de discapacitados  mentales leves y moderados. En el año 2004, en una nota que brindó al Diario El Día por el 48º aniversario de ese  hospital, quien ejercía como director, Daniel Rotelle, señaló: “Todo artista juega y en el juego aparecen imágenes, acciones, emociones, que apuntan a modificar la realidad y a modificarse uno mismo porque es el ser en el hacer. Si la creación es uno de los pilares de la salud mental, la salud mental también se constituye a partir de la re-creación”. Según el Área de Investigación y Asuntos Históricos del Archivo Histórico del Museo del Servicio Penitenciario Bonaerense), en septiembre de 1965 el gobernador bonaerense Anselmo Marini decretó el traspaso a la por entonces Dirección General de Establecimientos Penales de una fracción de tierra perteneciente al Hospital Neuropsiquiátrico de Melchor Romero, transfiriendo parte de los edificios de este nosocomio denominados pabellón “Kraepelin” y las colonias Uriarte, Cabred y Pinel. Nació, de esa manera, la Unidad 10 Instituto Neuropsiquiátrico de Seguridad, núcleo fundacional de las unidades asistenciales y de tratamiento especial. La Unidad 10 se encuentra ubicada en un predio de más de 53 hectáreas, entre las calles 526, 183, 176 y 520. Sobre esta última, entre 181 y 182 se halla el acceso principal al establecimiento. Por otro lado, en 1999 fue inaugurada la Unidad Nº34 Instituto Neuropsiquiátrico de Seguridad Melchor Romero. Otro dato de valor es que en el Hospital Alejandro Korn funcionó a partir de 1900 una colonia agrícola que autoabastecía de alimentos a la institución, gracias al trabajo de los pacientes. Según fuentes históricas, los internos  realizaban esa actividad como parte de las indicaciones terapéuticas. Cabe destacar que el terreno del Hospital Alejandro Korn abarcaba unas 80 hectáreas y las autoridades de entonces no descuidaron aspectos del diseño urbanístico ni la forestación, actividad de la que participaron los pacientes plantando los árboles del predio, así como también las “casas económicas para alienados”. En relación a los trabajos realizados por los pacientes psiquiátricos, Oñativia explicó que “fue parte de un concepto en los inicios del positivismo que tenía que ver con 'la cura' a través de la moral y el trabajo". Y agregó: "Esto viene de miradas imbuidas por fuertes preceptos morales y religiosos que indicaban que la disciplina y el trabajo iban a curar”. “Hay un correlato muy interesante entre la colonia penal y la psiquiátrica, las lógicas y los dispositivos van en paralelo en ambas temáticas, se los piensa desde el positivismo de la misma manera. ¿De dónde sale esto de hacer trabajar a un preso? El trabajo forzado tiene su lógica en que hagan algo “productivo” para la sociedad porque iba a generar disciplina y ordenamiento, iba a cambiar al sujeto internamente desde la educación porque la causa de fondo era biológica, tanto para el criminal como para el loco. Las colonias agrícolas se dejaron de implementar hace bastante”, aclaró Oñativia. En relación al correlato entre lo penal y lo psiquiátrico, cabe destacar que en la calle 1 entre 58 y 59, a una cuadra del Colegio Albert Thomas, funcionó una Penitenciaría y Cárcel de Encausados,  y algunos de sus presos participaron en la construcción del pozo para la realización del Lago del Bosque, tal como contamos en un anterior informe en este portal. Dicha Penitenciaría fue habilitada en 1905, su capacidad era para 413 detenidos y con anterioridad funcionaba en el lugar una Escuela de Artes y Oficios.    

El derecho al electroshock

El Decano de la Facultad de Psicología de La Plata explicó en la charla con Info Blanco Sobre Negro que “la ciencia tenía un poder estigmatizante y discriminante increíble, en nombre de ella se han hecho desastres, por ejemplo la lobotomía". Y detalló: "En el Hospital Alejandro Korn se realizaron lobotomías, que consisten en un corte del lóbulo frontal para cortar las neuronas que atraviesan, es decir que se corta parte del cerebro, lo cual corta el sistema nervioso y la persona queda  como un 'vegetal'. Eso era en parte lo que recomendaba la ciencia, lo mismo que el electroshock, que aún subsiste. Con el correr de los años, el positivismo fue perdiendo respeto y empezó a ser criticado desde la mirada de los derechos humanos”. “Si bien en lo discursivo se impuso el paradigma de los derechos humanos y está en la nueva ley de salud mental, en la práctica a veces prevalecen algunas acciones que ya no deberían instrumentarse. Como muestra, cabe señalar el interés hace tres años de una asociación de organizaciones psiquiátricas que firmaron una carta abierta criticando la ley de salud mental y reclamando el 'derecho' a reclamar a usar electroshock como una medida positiva”, relató Oñativia. Además, el decano de Psicología de la UNLP  afirmó: "A once años de la sanción de la ley de salud mental continúa el choque de intereses que subyace. Porque el positivismo no es una mirada ingenua y aséptica, sino que se ve sustanciado por un conjunto de intereses que tienen que ver con la medicalización de la subjetividad, del padecimiento psíquico. Toneladas de medicamentos que se compran a famacéuticas y el nuevo paradigma de salud mental, que está en la ley, establece que las causas no son sólo biológicas sino también tienen que ver con lo vincular, lo social, y también hay que poner énfasis y recursos en esos aspectos”.  
   
 
 
(Año 2010:  el Congreso de la Nación sancionó la ley de Salud Mental, Nº 26.657, aunque fue reglamentada en 2013. Junto con la Convención sobre los Derechos de las Personas con Discapacidad, obliga al Estado argentino a transformar el sistema de atención en salud mental, sustituyendo el modelo asilar en los hospitales psiquiátricos por uno de base comunitaria).

  IBSN: Más del 60% de los pacientes psiquiátricos tienen el alta pero no se pueden ir, ¿Cómo se puede trabajar frente a esa situación?  Oñativia: Un gran porcentaje de la población que está asilada en un psiquiátrico permanece por razones sociales, y podría seguir con su vida afuera si tuviera las condiciones materiales para hacerlo. ¿Cómo se hace con eso? Inversión, políticas públicas, acceso a derechos. Como ejemplo, haciendo un estudio previo se pueden establecer cuatro o cinco personas que se instalan en un domicilio exterior con apoyo de operadores sociocomunitarios o de enfermeros que una vez por día pasan a ver la medicación, a ver cuestiones de organización, entre otras. Una serie de recursos que la ley prevé. Vos generas ese tipo de dispositivos para esa persona que está deteriorándose. Porque la lógica manicomial te deteriora, no hay escapatoria, subjetiva y físicamente. Vas a una casa, lógica de hogar o convivencial, con profesionales que pasan. Eso está estudiado, es una forma superadora porque en la medida que una persona accede a derechos tiene una mejor calidad de vida. Un punto muy importante es el trabajo pero no en la lógica de las granjas agrícolas,  sino de que el sujeto se empiece a organizar, pueda tener su propio sustento, desarrollar sus deseos, potencialidades, su autonomía, la cuestión de poder acceder al mundo del trabajo es fundamental, casi más que la medicación. Hay que conectar con la realidad a través de lo vincular, lo laboral, lo educativo, lo cultural. La Declaración Universal de los Derechos Humanos, en su artículo 39, plantea el derecho a vivir en comunidad.   IBSN: En un trabajo de la Facultad de Psicología de la UNLP proponés que las personas con padecimientos mentales que cometan delitos no sean alojadas en cárceles ni hospitales ... Si cualquier persona que se considera imputable comete un delito, tiene una pena si se demuestra que es culpable. Pero si la persona que tiene padecimiento mental comete un injurio, eso no se considera un delito porque para serlo se requieren cuatro características: que sea una acción, que esté tipificado en el Código Penal, que sea antijurídica y que se verifique la culpabilidad, para lo que tenés que ser imputable. Por lo que si sos inimputable no se justifica la culpabilidad, en consecuencia no hay delito y no hay pena, sino que existe una medida de seguridad. Dicha medida de seguridad es un eufemismo, porque en verdad lo que pasa es que va adentro el “loco peligroso” y no sale más, y a veces están más tiempo del que le hubiere correspondido si se lo condenaba. De ahí viene que es una pena encubierta. La sociedad se defiende del “loco peligroso” encerrándolo. Ahora bien, desde el enfoque de los derechos humanos que suscribimos, y está en la ley de salud mental, decimos que tiene que tener un tratamiento pero no un encierro porque una cárcel no es un lugar para eso, sino un dispositivo acorde para otra problemática. Las personas tienen que tener el adecuado tratamiento del dispositivo institucional pertinente y propio de una institución de salud, y no con el cumplimiento de una pena porque no va a mejorar de esa forma. Hay que cambiar el enfoque del sistema penal a uno de salud, donde haya otras herramientas para abordar la problemática. Creo que la medida de seguridad tendría que dejar de tener vigencia o resignificarse y pensarla como un tratamiento de salud no penal en una institución de salud con condiciones dignas.                    
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